martes, 1 de noviembre de 2016

N° 435 - LA IGLESIA, LAS CENIZAS Y LA VIDA

DÍA DE MUERTOS:

Gracias a que el abogado que habita en mí, que no es "doctor" -porque en éste país cualquier burro es "doctor"- sino un humilde abogado del pueblo, que no le ha dejado tiempo al escritor que también  habita en mí, para que con sus fantasmas y sus quijotes, pinte sobre un papel el mundo que observa. Como lo hacía desde niño cuando le escribía a la Gloria (a la Tía Gloria)  para ser más exacto, mi pequeño mundo. Ese mundo cuando ella vivía en Tumbes y el Zoológico estaba en Barranco, cuando la Botica Francesa estaba en el Jr. de la Unión y el helado de Fosh era lo emblemático de este tan venido a menos jirón. Como lo era el Reloj de la Casa Welch o esa antigua Casa Oeschle, que no tiene nada que ver.........a leguas........ con esa tienda que hoy lleva su nombre y que no tiene los juguetes de mi infancia.

Gracias a esa falta de tiempo o de des tiempos, he podido anudar el artículo en el que al cumplir sesenta años, saludo abrir la puerta al último tercio de mi vida -tercio en el que espero seguir embistiendo con la misma fuerza que hace cuarenta años y defendiendo las mismas banderas que me entrego mi padre- y que hoy las veo dobladas o tiradas por las calles de un país al que le ha ganado el pragmatismo, el concepto de "emprendedor", los iconos de la pendejada y la contracultura o la cultura chicha. Con este artículo que escribo en el "Día de Muertos", no busco saludar, acariciar o conversar con mis muertos", con los muertos que habitan en mí. Con los que me dieron su amor y su afecto. Con aquellos cuya presencia fue siempre un placer. Con aquellos de los que aprendí de sus virtudes y sus defectos el arte de la vida, porque no soy de los que piensa que la muerte vuelve buenos a los malos o santifica a  los pecadores o hace que ignoremos lo que fueron o lo que hicieron. Porque la vida es a veces como colgar nuestras experiencias en el tendedero para que se vean los colores que no se pierden con el tiempo.

En este día de muertos, me inquieto por todo lo anterior, no escribir  sobre la muerte propiamente, preferí dejarla sobre el buro y escribir más bien, sobre esta polémica resolución de la Iglesia Católica -y yo soy católico, apostólico e hincha del glorioso Sport Boys del Callao- de impedir que los moros y los cristianos guarden las cenizas de sus muertos. Y cuando digo "moros" me refiero a los pecadores, a gente como yo que creo que la vida eterna me fue negada hace tiempo; porque "cristianos" son aquellos que tienen a "Dios" permanentemente en los labios. Un ejercicio que los debe acercar al creador, si este tiene un sistema de tarjetas de crédito donde se van acumulando puntos cada vez que uno lo menciona. Y yo soy solamente un hombre libre. Un hombre que cree en la santidad del Dalai Lama y llama hermanos a los Testigos de Jehova.

La decisión de no guardar las cenizas de los muertos, de no esparcirlas al viento o repartirlas, proviene de la  Congregación para la Doctrina de la Fe, que no es otra cosa que la antigua Santa Inquisición. Esta congregación tiene como función "la correcta interpretación de la doctrina católica". El problema es que la cremación de los muertos no es un problema doctrinal, es una asunto que tiene que ver con sentimientos, con percepciones, con costumbres. El que hacer con el cuerpo de un muerto es un tema personal o familiar. El que la iglesia se inmiscuya en estos temas, aduciendo razones religiosas, es en el fondo negar el misterio o la fe en la resurrección, que vendría a ser en todo caso, el valor superior a un tema material, como son un montón de huesos o un puñado de cenizas. La norma va en contra de esa fe y esas creencias que supuestamente busca defender. La norma va en contra de esa frase bíblica de Jesús de dejar que los muertos entierren a sus muertos, porque la única certeza del ser humano es que vamos a morir.

Dicen que hay una serie de intereses detrás de esta draconiana y "cristiana" decisión. Como no me consta, prefiero no especular sobre ella. Para mí esta es una de esas resoluciones que solo los cucufatos van a acatar, una resolución que por esas ironías de la vida va a quedar en "letra muerta".  Yo que espero que la Catrina no me tenga en lista por un buen tiempo, porque tengo muchas cosas que hacer antes de petatearme, quiero que cuando muera haya música y una Catrina en lugar de una cruz frente a mi cajón. Que me velen en mi casa -que es el lugar más entrañable de  mi vida- que me cremen y metan mis cenizas en una pirámide como la que la Chana....la Tía Chana tiene. Porque ella me comunico el día de su velorio su última voluntad y  cuando la cremaban me dijo que quería que le compraran esa pirámide donde hoy esta para guardar sus cenizas..... y yo les dije eso a sus hijos y les indique ese rato donde lo vendían......¡y allí estaba....y la compraron madre! 

Quiero finalmente que me tengan en la sala de mi casa. Que mis hijos me saquen a tomar sol de vez en cuando. Que en lugar de una misa in memoriam cada año, la gente se reúna "a chupar", a comer y a escuchar música en mi nombre. Que  me pongan un Ron con Coca Cola y un cigarro frente a mis cenizas   cuando haya gente y reunión en la casa. Que puedan  ver mis cenizas a mi mujer, disfrutando de sus nietos y a mis nietos disfrutar de mis libros. Que los que lleven mi sangre y representen la continuidad de la estirpe, canten el el "Himno Mansilla" icen la "Bandera Mansilla" y recuerden que la hermandad no es un accidente genético o esa "hermandad" de utilería de los políticos. Creo que eso es realmente vida después de la muerte. 


LA CATRINA:


La suavidad de su carne
es solo una brisa. Una hoja en el desierto.

No podre acariciar
ni sus nalgas, ni sus pechos.
De aquellos que la desean 
no le interesa  una cita.

Inevitablemente
abrirá esta noche sus piernas ante mí.

Ser el elegido significa
una noche con ella
y el olvido. Porque
hay amores que no despiertan la pasión
ni la carne.

MI mejor traje.
El cuarto tiene luces largas
en los extremos del lecho donde la haré mía.
Como los otros salgo con los pies hacia adelante.
Me comienzan a llorar.

                                                         JMN, Agosto de 1978.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario