domingo, 12 de julio de 2015

N° 403 - MARIA ROSTWOROWSKI.....

TODAVÍA NO CUMPLE CIEN AÑOS:




Leo en la edición del Diario "EL COMERCIO" del sábado 11 de Julio, un artículo del Maestro Luis Millones, que expresa que la Dra. María Rostworowski, cumple cien años. El articulo, me hizo romper mi abstinencia como escribidor de este blog. Una abstinencia  que ya me estaba creando un complejo de culpa, porque uno se termina debiendo a los lectores y ya más de uno -amigo y lector- me había hecho notar que mi último artículo es del 04  de Junio. Por lo tanto mi abstinencia como escritor ya lleva más de treinta días y es explicable, porque en mi caso, es el abogado  el que mantiene al escribidor y mi trabajo como picapleitos del pueblo me tiene agobiado, estresado y sin tiempo para sentarme a poner en el mundo virtual mis impresiones sobre lo que en mi cabeza suele dar vueltas. 

En realidad, aunque el Maestro Millones no es periodista sino Antropólogo. Carrera que seguí sin concluir en la Universidad Nacional de San Marcos, en tiempos en los que "el cerco cuartelario" -así lo llamaban en esas epocas los muchachos de la FEDERACIÓN UNIVERSITARIA DE SAN MARCOS (FUSM) con Ñique de la Puente a la cabeza- que se construyo a finales de los años setentas en la Ciudad Universitaria para cercar la universidad; los recesos y los "compañeros" que a principios de los ochenta le preguntaban a uno, por perritos que incomodaban en el barrio, para que aparecieran después colgados en los postes con lemas senderistas. Me hicieron priorizar mis estudios de derecho en la Universidad San Martín de Porres y ganarme los fréjoles, con una carrera liberal como la abogacía, que me ha permitido desarrollar la parte de quijote que hay en mí y disfrutar de la libertad y de la independencia que siempre he valorado como experiencia de vida. Pero seguir también con inquietud y entusiasmo, todo lo que sobre antropología, historia o sociología pasara por mi lado, impulsado por ese deseo de comunicación constante. Fue así que descubrí a Doña Maria Rostworowski.

Aunque el maestro Millones no es periodista digo; lo concreto y lo real es que el artículo me produje esa especie de frustración cuando leo artículos en la prensa peruana a los que les falta el dato, la referencia. Y lo anterior, porque el artículo de Millones puede dar la impresión de que el cumpleaños de Doña María, es el día que salió publicado el artículo o al día siguiente y eso no es exacto. Ese es en alguna medida -reitero- el problema que veo en  los jóvenes profesionales de la prensa escrita peruana. No se da la información completa o se da inexacta. Si se informa sobre una exposición o un evento por ejemplo, no se indica cuanto cuesta la entrada, donde queda el local.

Doña María Rostworowski, cumple cien años.......... pero los cumple recién el próximo 08 de Agosto. Y yo tenía que decirlo, tenía que escribirlo, tenía que -antes que marcar esa precisión- sumarme a ese homenaje, que el Maestro Millones hace, a una de las intelectuales más importantes del país. Una mujer que admiro por su talento y su versación. Una historiadora de la que conservo en mi biblioteca varios de sus libros, desde la "Historia del Tahuantinsuyo", hasta "Doña Francisca Pizarro", una obra que Alvarito Vargas LLosa se "fusiló", es decir se plagio o se copio y tuvo que pedir después disculpas, ante tan grosero acto y tan grotesca y clara evidencia, que finalmente  Doña María perdono.

Maria Rostworowski que nació en Lima el 08 de Agosto de 1915, que es Amauta de la República; que ha recibido una serie de reconocimientos y condecoraciones, como la Riva Aguero de la Universidad Católica, tiene además de "Pachacutec" (su primera obra editada en 1953) un libro que cuando lo leí, me acerco a mi infancia, a los recuerdos de mi madre, a mis vivencias en  la Magdalena Vieja, distrito que el Presidente Leguía fracciono para dar paso a los distritos de Pueblo Libre, Magdalena del Mar y San Miguel: Se trata de "Señoríos Indígenas de Lima y Canta", libro publicado en 1978 por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) con prólogo de José Matos Mar.

El libro "Señoríos Indígenas de Lima y Canta" es un estudio de Doña María Rostworowski sobre los curacazgos del Valle de Lima en la época prehispánica; sobre los valles de Lurín, Rímac, Huaura y Chillón, que conformaban en la primera mitad del Siglo XVI una misma entidad cultural con las serranías de Yauyos, Canta y Huarochirí, bajo dominio inca y que cambiaron radicalmente con la llegada de los españoles. 

En ese libro, cuando se habla del Curacazgo de Maranga, se habla de las acequias que cruzaban los Señoríos del Valle de Lima y que la que salia del Río Rímac por el Molino de Monserrat, se dividía en tres canales. El canal que atrajo mi atención y me "movió el tapete" para hablar en términos humalistas; es el canal o la acequia llamada en tiempos virreynales de la Magdalena, que se dirigía a lo que es hoy Pueblo Libre y llegaba a lo que hoy es tambien la Urbanización Maranga.

Para quienes  como yo ya son ahora "la chibolada de la tercera edad", que han vivido o viven en Pueblo Libre;  esa acequia es, la de las aguas ya canalizadas, que veíamos correr por la Av. San Martín, al costado del BAR QUEIROLO en los años sesentas. Una acequia, que en los principios del siglo pasado, seguramente era más grande, de hecho mi madre la conoció más grande y me lo dijo. Es esa misma acequia que cruzabamos con mi primo Nano cuando íbamos a buscar al Chulín -mi otro querido y recordado primo hermano, compañero de mil batallas en la infancia-  al Colegio Julio C. Tello en la calle Santa Rosa, para sacarlo del colegio porque "supuestamente" su mamá, la Tía Cármen, "lo había mandado llamar". Lo cual  no solo era falso, sino un invento que encontró siempre impunidad -para irnos a mataperrear a la tienda Monterrey o por Clement- por la credibilidad del director en mis palabras y la cara de ingenuo cinismo que seguramente yo ponía.

Una acequia de la que mi madre me hablaba cuando recordaba en su niñez, el Pueblo Libre de su infancia, el limón con chancaca que comía a  la salida del colegio y la visita  que el Presidente Leguia hizo al MUSEO NACIONAL DE  ANTROPOLOGÍA, con el Presidente de Venezuela y la razón por la que mi madre se sabía a pie y juntillas el himno de Venezuela. 

Más allá de esa precisión histórica, de esa documentada investigación, de ese libro que despertó en mí, recuerdos, sentimientos y mi imaginación; buscando una vez más retratar a mi madre en su infancia, porque nunca vi fotos de ella de niña. El libro que implica una investigación en los Archivos de Indias, me hizo recordar ese deseo de conocer y de conversar con gente que terminas admirando por su obra, su lucidez y la monumentalidad de su trabajo. Como me sucedió con Doña Marina Nuñez del Prado, escultora boliviana afincada en el Perú a quien buscaba conocer en mis veintitantos años, cuando visitaba su Casa Museo en el Olivar de San Isidro, una residencia que últimamente ha sido puesta en valor y abierta al público.

En un país que no reconoce el valor de sus intelectuales, estamos a tiempo para rendir tributo a la obra de una mujer que nos ha permitido conocer muchas cosas del mundo andino. No se trata simplemente de homenajes. Se trata de gestos para mostrarle a nuestros jóvenes -en un país que no lee y donde la cultura poco importa- que Paolo Guerrero no es un icono ni un héroe nacional. La importancia de un patrimonio intelectual, en esta supuesta época de las comunicaciones y el conocimiento.

(*) Gracias a FUENTES FOTOGRAFICAS PERUANAS por la foto de la acequia de la que habla este articulo.

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