miércoles, 26 de noviembre de 2014

N° 380 - LA POLÍTICA Y EL AMOR

PODER Y VIDA PRIVADA EN EL CONGRESO PERUANO:

El amor y la política o la política y el amor, tienen similares formas de expresarse; de manifestarse en nuestra frágil y carnosa humanidad. En principio, ambos sentimientos despiertan pasiones desbocadas, sacan nuestro mejor perfil o nuestros más pérfidos demonios internos, al abrigo de un objetivo en la vida, que es el poder o el poseer a esa persona que decimos amar. 

La política y el amor, generan también una relación de dominación-subordinación, que marca las relaciones humanas. Por el amor o por la política, por el poseer o por el poder, se suele mentir, se suele engañar, se suele pintar una realidad que en el amor es  ficción o ilusión y que en la política se llama demagogia. 

Mi padre  solía decir que las promesas de enamorado  -el prometer hasta meter y una vez de metido nada de lo prometido- tienen una aplicación práctica en la política. Como lo tiene el odio, el rencor, la venganza y el resentimiento; por el que amantes en el amor o los compañeros, camaradas, correligionarios o "compatriotas" -como se llaman hoy huachafamente los ollantistas- ; en la política; terminan como enemigos irreconciliables, como encarnizados adversarios, a pesar de que en ambos casos -en el del amor y en el de la política- hubo un tiempo en el que existieron cuerpos que se fundieron, cantos de amor, gemidos, ilusiones, "sudores de campaña" y esperanzas, que solo el tiemplo aclara en su verdadero valor.

Como en el Ulises de Joyce, en la política como en el amor, el personaje es el alma humana. Esa búsqueda de llegar a lo más intimo del individuo, para doblegarlo, para conducirlo, para guiarlo, para  que siga esa luz imaginaria, que nos ciega y nos convierte en incondicionales. Para que creamos que estamos en el camino correcto, para encontrar esa utópica piedra de toque de la felicidad o de la inexistente sociedad justa de la que hasta ahora hablan algunos demagogos. Pero el  problema entre ambas, se da cuando la política y el amor germinan juntos.

Cuando por la función pública, no se puede separar la vida privada de la esfera pública. Cuando como en el caso del ex Presidente del Congreso Víctor Isla, sus impetus de conquistador y de amante, en el lugar donde trabaja y donde ejerce su cuota de poder, lo han llevado a mellar su imágen, por un conflicto de intereses en el que se mezcla lo público y lo privado. Por un triangulo amoroso  en el que la política y el amor cruzan lanzas con la fuerza de los amantes y con el encono de los rivales políticos. Un triangulo amoroso por el que una vez más, la clase política y una institución de por si desprestigiada como el Congreso de la República, terminan caricaturizados y convertidos ante la opinión pública, en un vergel donde el fruto prohibido esta al alcance de la mano. Y si no que lo diga otro ex Presidente del Congreso y actual Ministro de Trabajo, Fredy Otárola Peñaranda, al que también lo alcanzo un lío de faldas, que prueba que el político metido a "tramposo" termina por lo general, siendo un fiasco.

En el caso del Congresista Víctor Isla, ex Presidente del Congreso; la exposición de la relación sentimental con su asesora Patricia  Robinson, los apasionados besos con lengua hechos públicos; los vídeos con ésta y el que se haya hecho igualmente pública, su actual relación amorosa, con su sucesora en el cargo, la Sra. María Solorzano, actual Presidente del Congreso; han dejado en evidencia que nuestros políticos, no tienen no solo nivel de estadista, ni capacidad para trampear, sino que adolecen de madurez emocional. Y lo anterior, porque convierten la institucionalidad y el Estado en una letrina. 

En este lamentable escenario -en el que la mayoría de políticos calla porque todos tienen ropa tendida- el escándalo delictivo del chuponeo de las comunicaciones, por los según todos los indicios,  celos enfermizos, de Doña Ana María Solorzano; han llevado a la Sra. Robinson, a repetir como  cotorra, que las fotos son auténticas, que el vídeo -el de la guapeada y el del viaje- es real, pero que "de su vida privada no habla" .

La Sra Robinson, que es la más débil de este triangulo amoroso, ignora que al involucrarse con el Presidente del Congreso, expone su vida privada ante una información como la que le dio notoriedad; por su responsabilidad, por su actividad pública, porque su sueldo lo pagan todos los peruanos. Porque independientemente de que sea delito sacarla besandose con Víctor Isla o difundir las carajeadas a éste; ella por el cargo que ocupaba, esta obligada a explicar y a probar que no se beneficio laboralmente gracias a la relación con su jefe. Porque al poner sobre la balanza, el conflicto entre el delito a su vida privada y el delito contra el patrimonio del estado; este tiene una mayor tutela jurisdiccional por su carácter público, porque afecta a una sociedad. Y finalmente porque gracias a la vulneración de su privacidad, hay indicios de un delito que afecta los bienes y uso de fondos públicos.

El que  sea un derecho el respeto a la privacidad, en éste caso lamentablemente no puede justificar un silencio absurdo y de caricatura, porque la vida privada -su relación sentimental- ha estado sujeta a los avatares  de su trabajo en la administración pública. Que la Sra. Solorzano ponga su cara de palo y se solidarice con la "trabajadora" . Que Isla con el cinismo propio de la política, se ampare en el hecho que hay una investigación en trámite. Que la Sra Robinson repita que de su vida privada no habla. Solo sirve para darle color a nuestra folklorica y caricaturesca política criolla. Al final, en los pasillos del Congreso, tiene un bien ganado prestigio, la reputación de "conquistador" del calentón parlamentario amazónico. Dicen que es un maestro del Violín. Un artista de la "tocata y fuga".



sábado, 22 de noviembre de 2014

N° 379 - LA CLOACA HUMALISTA

EL "NIVEL DE ESTADISTA" EN NUESTRA POLÍTICA:





La política peruana siempre ha sido cernícola, sectaria; siempre ha sido confrontacional. El gran problema de nuestra clase política ha sido ponerse de acuerdo. Por eso es que no tenemos hasta ahora un proyecto de nación. En ese contexto, sin cultura política, sin conciencia cívica, sin valores ni principios, sin una conciencia crítica sobre todo. Con una sociedad falta de institucionalidad; sin liderazgos de solera, ni partidos políticos que hagan docencia política, que sean formadores de opinión; la búsqueda de consensos es una utopía, porque como la mediocridad es lo que más abunda en el Perú, nuestra élite se sustenta no en función del conocimiento y la capacidad, sino del acomodo, del poder del dinero, del cubileteo y las relaciones interpersonales para ascender en la escala social o lograr un cargo. Por eso es que en éste país cualquiera puede ser Presidente de la República o congresista y el interés personal o de grupo, prima sobre el interés nacional, en medio de un discurso político demagógico y efectista.

La diferencia en el tiempo esta en función de las personas, del valor de la educación y la cultura en la sociedad; en el signo de los tiempos. Hoy gente como Víctor Andrés Belaunde, como Fernando Belaunde, como Haya de la Torre, como Bedoya, Cornejo Chávez o Raul Porras Barrenechea o el mismo Javier Diez Canseco -por citar algunos nombres- son una especie en extinción. Y lo concreto y lo real, es que lo que tenemos como liderazgo "que representa a la nación", es un hombre sin experiencia ni cultura política; un hombre que sale de los cuarteles, que no tiene una tradición democrática y que proviene de un entorno familiar autoritario. Lo que ha significado que su mujer -más preparada y sin mayores taras- prevalezca sobre él y sea identificada como el verdadero poder detrás de trono; algo que finalmente parece no importarle, porque la sigue mencionando como referente.

Ollanta Humala para quien el poder, siguiendo los patrones del Siglo XIX, fue un objetivo que le impuso el padre desde la cuna; llega a la Presidencia de la República, en medio de ese contexto histórico de carencias, desgaste, ilusión-descontento y radicalismo que se da en la relación entre los electores, la política y sus líderes políticos. En esa realidad, un proyecto familiar con apariencia de partido, sin cuadros, sin operadores políticos, ligado a un discurso político radical, pero plasmando  un gobierno mercantilista con fachada liberal, que no tiene claro el objetivo y que lo que principalmente busca es el poder; el mantener la vigencia política y los diversos intereses de sus miembros; termina por ser confrontacional, por esconder sus limitaciones, sus raterías y corruptelas atacando a sus opositores políticos.

El Presidente de la República, que tiene como asesores principales, no a gente de reconocido prestigio intelectual y político, sino al abogado que le conoce sus excrecencias pasadas y al ex Ministro que puso el pecho frente  al escándalo de Lopez Meneses; ignora que representa a la nación, que hace rato que ocupa la primera magistratura de país, que la campaña ya termino y que él por su investidura no puede estar o involucrase en ella. Humala en esa dirección, desconoce que su obligación es crear un clima de consensos políticos, de alturada y democrática discrepancia y arremete contra fujimoristas y apristas, con la complacencia y el apoyo estólido e incondicional de su bancada parlamentaria.

El problema es que el accionar tiene más de cálculo político que de ignorancia. Que aprovechándose de un país donde el antifujimorismo  es fuerte, Humala recurre al fácil argumento de atacarlos, de llamarlos nacidos de la cloaca, para desviar la atención o lograr réditos políticos. Pero lo que el esposo de Nadine Heredia no valora, es que más allá de lo que el fujimorismo ha escrito en la historia política del país; es la primera fuerza política en el actual Congreso y que su candidata lidera las encuestas, de cara a las próximas elecciones.Si el pueblo, en quien radica el poder entregado a Humala, le da ese valor al fujimorismo -por razones que son materia de análisis- no le queda al mandatario otra cosa que respetar la voluntad popular y esta obligado a sentarse dentro de las formas y maneras de la convivencia democrática, a buscar en lo posible entendimientos politico-programáticos, porque la confrontación lo único que va a lograr es un clima poco propicio para la gobernabilidad del país.

Ollanta Humala, parece no darse cuenta que el poder es transitorio, que en año y  medio va a dejar el poder y que va a estar el 2016 -sin lugar a dudas- sentado en el mismo banquillo en el que ha querido entornillar a sus adversarios políticos. Y lo anterior porque a lo largo de su mandato, ha quedado claro que esa frase de "Honestidad para hacer la Diferencia" fue simplemente un chicle, retórica  hueca, demagogia barata, en el mercado de la política, en la bolsa de negocios que permite el poder. 

Con un alto nivel de desaprobación, jugarse las cartas de la baraja avocándose a atacar a los rivales políticos y no a las preocupaciones de un buen gobierno -lo que implica respeto a las buenas formas democráticas- significa que en todo este tiempo, a Ollanta Humala antes que aprender a ser estadista, lo gana el cachaco que lleva dentro. 


sábado, 15 de noviembre de 2014

N° 378 - LA MASACRE DE AYOTZINAPA

LA VIOLENCIA HISTÓRICA EN MÉXICO Y EN EL PERÚ:

Buscando como anudar mis ideas sobre la masacre de Ayotzinapa, me viene a la memoria Luis Donaldo Colosio, que fue asesinado por romper con el statu quo imperante de lo que era el Revolucionario Institucional como partido de gobierno. Pienso en Don Manuel Buendía, aquel exitoso periodista que fue victimado en 1984 por escribir sobre la corrupción gubernamental imperante. En la masacre estudiantil de Tlatelolco en 1968 en la plaza de las Tres Culturas. En Manuel Cloutier, Ex Gobernador de Baja California, ex candidato presidencial del PAN, al que Salinas de Gortari le gano gracias a la "caída del sistema" y que falleciera en un poco claro "accidente automovilistico", de la misma manera en la que murió Carlos Madrazo, de un "avionazo", por buscar democratizar el PRI en 1969.

Hablar  o escribir sobre la violencia en México, es recurrir a la historia, a la Revolución Mexicana -de la que se rajo mi abuelo para terminar en el Perú, con mi padre y tres de sus ocho hermanos- una revolución en la que entre los caudillos se terminaron matando. Un poco más atrás, hay un México colonial en el que la dominación-subordinación del pioner español  sobre las masas indígenas, tiene un elemento en común con el Virreynato del Perú, que es por un lado la violencia para sojuzgar al conquistado y esa pugna entre gachupines (chapetones en Perú) y criollos que lleva a la emancipación.

La gran diferencia de esa herencia colonial marcada por la violencia, que nos acerca a México en el origen histórico, más no en la forma como ha condicionado esta violencia, la sociedad, las estructuras sociales y la construcción del estado-nación; esta en el hecho que en México, la violencia a sido el elemento fundamental para la obtención y el ejercicio del poder; para la construcción de la institucionalidad y del Estado-Nación. Como bien lo grafico Enique Krauze, en el ensayo "LA TORMENTA PERFECTA", la violencia en México fue fundamentalmente política y devino en regímenes autoritarios 

En el caso del Perú, tras el periodo de las luchas por el poder entre los caudillos militares, la elite que impulsa la república, es un grupo hegemónico (liberal-conservador) que antes que esa construcción heróica que no sea ni calco ni copia, de la que hablaba Mariátegui; busca aplicar esquemas políticos de Francia o de Estados Unidos, en lugar de legislar en función de la realidad, de construir el proyecto de nación o la nación que aún andamos buscando. Casi doscientos años después, nuestros legisladores, hacen prácticamente lo mismo que las élites de los inicios de la república; se copian leyes de otros países para presentarlas como proyectos propios.  

En el contexto anterior, la lucha por el poder en el Perú, no genero históricamente un escenario de violencia sistemática, real, activa. La dominación-subordinación de la clase dirigente, implico determinadas situaciones de violencia entre ellos o frente a las masas. La última -de carácter tradicional- fue la Guerra Civil de 1895 que genera la caída de Cáceres. tras el levantamiento de las montoneras pierolistas. Y lo anterior, porque el Perú de 1980 en adelante, agobiado por la violencia  de Sendero Luminoso o el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) es un país jaqueado por violencia terrorista, sin una amplia base social, que se aprovecha de la  desigualdad social, de la pobreza, de falta de Estado y de institucionalidad, para generar caos, dolor, represión en las zonas de su influencia -sobre todo en Ayacucho- violencia de estado y violencia terrorista; pero en términos reales, era imposible que obtuviera  el poder, porque ni por ideología ni por identificación con lo que representaban, la sociedad los respaldo.  

En el caso de México, el gran mercado -y el gran negocio que representa- de drogas del vecino norteamericano; la desigualdad social, la corrupción, la violencia desde la perspectiva histórica de búsqueda de poder y esa cultura de culto a la muerte de la que habla  Enrique Krauze en el ensayo anotado; han hecho que la violencia política, se pueda mantener, éste latente en la escena mexicana; pero que desemboque en un nuevo tipo de violencia. En la violencia ejercida por los carteles de la droga mexicanos, como instrumento de la obtención de poder político, por buscar la supremacía entre ellos o para enfrentar al estado; ya sea corrompiendolo o neutralizandolo para desarrollar su negocio.

Los carteles mexicanos que han desplazado en el mercado norteamericano a los carteles colombianos, generan -infiltrados en el aparato estatal o en las zonas que controlan- una violencia que ha desembocado en la masacre de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural, Raúl Isidro Burgos y en el hecho de que México sea hoy el país más violento de América Latina. Lograr revertir esa situación, es una tarea harto complicada; implica voluntad política de una clase política corrupta, llena de privilegios y acostumbrada a la vida muelle. Con el mayor mercado de armas detrás de la frontera, con carteles que tienen sus propios ejércitos -por llamarlo de alguna manera- el enfrentarlos militarmente, como lo hizo el Presidente Calderón, tampoco ha dado resultados.

El dolor, la indignación, la impotencia de la sociedad mexicana frente a masacres como la de Ayotzinapa, que muestran el desprecio y una total falta de sensibilidad frente a lo que representa la vida humana, es lo que más se muestra en éstos días, conjuntamente con una suerte de impunidad de los victimarios frente a la reacción del estado. En la dirección anterior, lo que estamos viviendo en el Perú, es ver asomarse con características propias, el drama del México del Siglo XXI. Un país donde la violencia cíclica de cada 100 años, ha llevado al pueblo mexicano de la Independencia, a la revolución y de la revolución a ésta vorágine de terror de la hora presente.