PODER Y VIDA PRIVADA EN EL CONGRESO PERUANO:

La política y el amor, generan también una relación de dominación-subordinación, que marca las relaciones humanas. Por el amor o por la política, por el poseer o por el poder, se suele mentir, se suele engañar, se suele pintar una realidad que en el amor es ficción o ilusión y que en la política se llama demagogia.
Mi padre solía decir que las promesas de enamorado -el prometer hasta meter y una vez de metido nada de lo prometido- tienen una aplicación práctica en la política. Como lo tiene el odio, el rencor, la venganza y el resentimiento; por el que amantes en el amor o los compañeros, camaradas, correligionarios o "compatriotas" -como se llaman hoy huachafamente los ollantistas- ; en la política; terminan como enemigos irreconciliables, como encarnizados adversarios, a pesar de que en ambos casos -en el del amor y en el de la política- hubo un tiempo en el que existieron cuerpos que se fundieron, cantos de amor, gemidos, ilusiones, "sudores de campaña" y esperanzas, que solo el tiemplo aclara en su verdadero valor.
Mi padre solía decir que las promesas de enamorado -el prometer hasta meter y una vez de metido nada de lo prometido- tienen una aplicación práctica en la política. Como lo tiene el odio, el rencor, la venganza y el resentimiento; por el que amantes en el amor o los compañeros, camaradas, correligionarios o "compatriotas" -como se llaman hoy huachafamente los ollantistas- ; en la política; terminan como enemigos irreconciliables, como encarnizados adversarios, a pesar de que en ambos casos -en el del amor y en el de la política- hubo un tiempo en el que existieron cuerpos que se fundieron, cantos de amor, gemidos, ilusiones, "sudores de campaña" y esperanzas, que solo el tiemplo aclara en su verdadero valor.
Como en el Ulises de Joyce, en la política como en el amor, el personaje es el alma humana. Esa búsqueda de llegar a lo más intimo del individuo, para doblegarlo, para conducirlo, para guiarlo, para que siga esa luz imaginaria, que nos ciega y nos convierte en incondicionales. Para que creamos que estamos en el camino correcto, para encontrar esa utópica piedra de toque de la felicidad o de la inexistente sociedad justa de la que hasta ahora hablan algunos demagogos. Pero el problema entre ambas, se da cuando la política y el amor germinan juntos.
Cuando por la función pública, no se puede separar la vida privada de la esfera pública. Cuando como en el caso del ex Presidente del Congreso Víctor Isla, sus impetus de conquistador y de amante, en el lugar donde trabaja y donde ejerce su cuota de poder, lo han llevado a mellar su imágen, por un conflicto de intereses en el que se mezcla lo público y lo privado. Por un triangulo amoroso en el que la política y el amor cruzan lanzas con la fuerza de los amantes y con el encono de los rivales políticos. Un triangulo amoroso por el que una vez más, la clase política y una institución de por si desprestigiada como el Congreso de la República, terminan caricaturizados y convertidos ante la opinión pública, en un vergel donde el fruto prohibido esta al alcance de la mano. Y si no que lo diga otro ex Presidente del Congreso y actual Ministro de Trabajo, Fredy Otárola Peñaranda, al que también lo alcanzo un lío de faldas, que prueba que el político metido a "tramposo" termina por lo general, siendo un fiasco.
En el caso del Congresista Víctor Isla, ex Presidente del Congreso; la exposición de la relación sentimental con su asesora Patricia Robinson, los apasionados besos con lengua hechos públicos; los vídeos con ésta y el que se haya hecho igualmente pública, su actual relación amorosa, con su sucesora en el cargo, la Sra. María Solorzano, actual Presidente del Congreso; han dejado en evidencia que nuestros políticos, no tienen no solo nivel de estadista, ni capacidad para trampear, sino que adolecen de madurez emocional. Y lo anterior, porque convierten la institucionalidad y el Estado en una letrina.
En este lamentable escenario -en el que la mayoría de políticos calla porque todos tienen ropa tendida- el escándalo delictivo del chuponeo de las comunicaciones, por los según todos los indicios, celos enfermizos, de Doña Ana María Solorzano; han llevado a la Sra. Robinson, a repetir como cotorra, que las fotos son auténticas, que el vídeo -el de la guapeada y el del viaje- es real, pero que "de su vida privada no habla" .
La Sra Robinson, que es la más débil de este triangulo amoroso, ignora que al involucrarse con el Presidente del Congreso, expone su vida privada ante una información como la que le dio notoriedad; por su responsabilidad, por su actividad pública, porque su sueldo lo pagan todos los peruanos. Porque independientemente de que sea delito sacarla besandose con Víctor Isla o difundir las carajeadas a éste; ella por el cargo que ocupaba, esta obligada a explicar y a probar que no se beneficio laboralmente gracias a la relación con su jefe. Porque al poner sobre la balanza, el conflicto entre el delito a su vida privada y el delito contra el patrimonio del estado; este tiene una mayor tutela jurisdiccional por su carácter público, porque afecta a una sociedad. Y finalmente porque gracias a la vulneración de su privacidad, hay indicios de un delito que afecta los bienes y uso de fondos públicos.
El que sea un derecho el respeto a la privacidad, en éste caso lamentablemente no puede justificar un silencio absurdo y de caricatura, porque la vida privada -su relación sentimental- ha estado sujeta a los avatares de su trabajo en la administración pública. Que la Sra. Solorzano ponga su cara de palo y se solidarice con la "trabajadora" . Que Isla con el cinismo propio de la política, se ampare en el hecho que hay una investigación en trámite. Que la Sra Robinson repita que de su vida privada no habla. Solo sirve para darle color a nuestra folklorica y caricaturesca política criolla. Al final, en los pasillos del Congreso, tiene un bien ganado prestigio, la reputación de "conquistador" del calentón parlamentario amazónico. Dicen que es un maestro del Violín. Un artista de la "tocata y fuga".