jueves, 26 de junio de 2014

N° 362 - ¿ OTRO HABLADOR Y FIGURETTI ?

EL NUEVO MINISTRO DEL INTERIOR:




En un sector como el sector interior, donde el gobierno de la pareja presidencial, el de la "reelección conyugal"; frente al tema de la inseguridad ciudadana; ha mostrado incapacidad, demagogia e improvisación -a pesar de que el mismo Ollanta Humala se comprometió a presidir la lucha contra la delincuencia- al constituir un ente de alto nivel contra la delincuencia presidido por él; para que después de un par de publicitadas y efectistas reuniones (convocando diversos sectores y personalidades que fueron a tomar café a palacio) se olvide del tema. En ese escenario y en ese complicado sector para el régimen y para el país; se ha nombrado un nuevo ministro del Interior, (el sexto en lo que va del régimen) y este no es otro que el General (r) Daniel Urresti, que se venía desempeñando como Comisionado en Asuntos de Formalización de la Minería.

Y la nominación es preocupante, en principio no solo porque desde los tiempos de Fujimori, el nombramiento de un militar en el Ministerio del Interior, es mal visto por la policía, porque mina la moral y autoestima del personal; que ve a militares en los principales cargos del  sector, lo que implica subestimarlos no valorizarlos, disminuirlos. Y por ello, en los predios de Corpac, desde entonces, un militar es tratado por los miembros de la PNP, como "General" mientras que los de la institución son llamados "Mi General" , un hecho que dice mucho de la forma como se establecen las relaciones interinstitucionales en un contexto donde el profesional contra el delito y la delincuencia es el policía y no el miembro del ejercito.

En ese contexto, el protagonismo, el exceso de retorica, el voluntarismo y la actitud de cachaqueril de fuerza y figurettismo  del nuevo titular del Corpac, llama la atención y le puede pasar factura. Logística, inteligencia, mayor personal, capacitación, reformas diversas y el diseño de una nueva moral policial, a partir de la superación de sus deficiencias y sus limitaciones laborales, que tienen que ver; con mejorar por ejemplo, la atención y la infraestructura  del HOSPITAL DE POLICÍA -donde se atiende mal la familia policial-  son imprescindibles, para que la policía cumpla efectivamente su función. 

Y en este panorama que maltrata a la PNP, el nuevo Ministro del Interior, sin conocer el sector, sin hacer un diagnostico, se ha lanzado a meter rollo, a agitar su varita mágica de "soluciones", como si fuera un salvador de la república, cuando todos sabemos que el gobierno no tiene políticas públicas orgánicas, ni una estrategia definida sobre la problemática del sector o contra la corrupción, una lacra frente a la que el nacionalismo en campaña esgrimió el lema de "La honestidad hace la diferencia".

El Ministro Urrestri, cercano a la pareja presidencial, se ha ido de boca, ha demostrado desconocimiento del sector, mezclando temas de competencia municipal como el de las papeletas y ha apelado, a la actitud de fuerza, al guapeo, a la arenga y al efectismo mediatico, subestimado la inteligencia ajena, el sentido común y  la racionalidad del ciudadano; como si un militar bronco y gritón fuera la solución de los problemas del país, ignorando que hoy en día; un militar es el que ha derrumbado ese mito de fuerza, de autoridad y de mando de los de uniforme, al ser  mandoneado y en extremo dependiente de su mujer.

Creo que todos deseamos que el nuevo ministro tenga éxito en su gestión, pero no hay nada nuevo bajo el sol. En la política actual, el exceso de retorica, la demagogia y la facha de los entorchados, no han podido esconder la incapacidad y la improvisación, de un régimen que esta en acelerado desgaste popular. Por sus primeras declaraciones, tengo la impresión que estamos frente  a un Ministro que es más de lo mismo. Un militar atarantador y faitero, que adihere a sus capacidades profesionales, su desconocimiento en el combate a la delicuencia y en temas de seguridad ciudadana. Para simplemente suplirlo con la  demagogia, el efectismo, al voluntarismo y el figurettismo propio de la política criolla. "Mucho ruido y pocas nueces" decían mis padres. 




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