El hecho que en el Programa para Evaluación Estudiantes (PISA) de la Organización para la Educación y el Desarrollo Económico (OCDE) haya arrojado que en matemáticas, ciencias y comprensión de lectura, el Perú ocupa el último lugar en la evaluación que incluye diversos países del mundo; es simplemente referencial. El problema no es que los estudiantes peruanos no comprendan lo que leen o están mal en matemáticas y en ciencias; el problema es que en éste país la gente no lee; que no somos un país en el que se fomente un interés por la cultura en general. Un país en el que, siendo la física, la química, la biología o las matemáticas, las disciplinas que tienen que ver con el desarrollo de un país, estas no tienen en el Perú el valor que se les da en otras naciones; no son promovidas por el Estado o lo son de manera deficiente. Un físico, un matemático, un biólogo, un químico, solo pueden dedicarse aquí a la docencia o a la investigación: la docencia esta mal pagada y la investigación es casi inexistente y por lo general, este tipo de profesionales termina emigrando hacia horizontes más propicios.
Hay quienes con una miopía muy grande, por ignorancia, demagogia o cálculo político, le quieren echar la culpa de esta dramática realidad, al APRA o a los gobiernos anteriores y la verdad es que la responsabilidad de ser un país que se precia de tener una gran clase media, pero solo desde el punta de vista del ingreso y no desde la perspectiva de las élites intelectuales -una clase media, constituida por masas ignorantes, sin cultura cívica, sin una educación en valores y en principios democráticos- es de la clase dirigente que históricamente nos ha gobernado. Y que por la falta de institucionalidad, de élites intelectuales, de una clase pudiente (que le ha dado históricamente la espalda al interés común) y de partidos políticos que son solo plataformas electorales; es hoy más mediocre que nunca.
Con una clase alta indiferente, con una clase política infame, con la falta de un concepto de nación, de un proyecto de nación, la educación queda librada a los pareceres cortoplacistas de los gobiernos de turno; a sucesivas reformas que nos hacen dar vueltas en círculo, a la incapacidad de enfrentarse frontalmente a la izquierda marxista que controla el magisterio; por el miedo al desgaste político y por el temor a un mayor descrédito de los gobiernos de turno. A la falta de presupuestar recursos en políticas culturales (a pesar de haber creado el Ministerio de Cultura) de incidir en una educación que cree conciencia cívica, que forje valores y principios; lo que significa disposición de dineros públicos en incrementos salariales o en infraestructura, que si bien son necesarios, no solucionan el problema. Todo esto, en medio de una realidad en la que la educación esta íntimamente ligada al concepto de ciudadanía, en la perspectiva de cultivar la conciencia nacional, el concepto de lo que implica la democracia y el bienestar general.
Al final tenemos una educación sin solución de continuidad, sin un criterio orgánico para las necesidades del país con una visión de futuro. Una educación con parches permanentes en la solución de su problemática; una educación que no prioriza la escuela rural y que a nivel universitaria es un engaña muchachos o vota profesionales de cartón. Una educación que es una de las aristas para mantener un statu quo, basado en una realidad, en la que hay una gran desigualdad entre las clases dominantes con poder político y económico y los sectores pobres, a pesar del crecimiento económico. Una realidad que hace que la educación se convierta en un negocio, sin una evaluación o fiscalización de su calidad; que matiza este país de la cultura chicha, del clientelismo, de una farandulización de la vida diaria de los peruanos. De una política en la que reinan los demagogos y lo oportunistas, personajes que ocupan el lugar de los líderes, de los estadistas y de los políticos serios que son en la hora presente una especie en extinción.
En el siglo XIX, entre 1884 y 1885, los Chilenos tuvieron una Misión Pedagógica Alemana, que sentó las bases de la educación, en un país con un proyecto de nación definido gracias a Diego Portales y a partir de allí hay una preocupación permanente por mejores condiciones educativas no solo de parte de parte del estado sino de los propios educandos, tal como lo demuestran las luchas estudiantiles en meses pasados y que han llevado al Congreso a dirigentes estudiantiles. Una solución (la de las misiones extranjeras) que debería abordarse en la hora presente, aunque tenga la grita y el rechazo "nacionalista" de los sectores radicales del SUTEP y de la moribunda izquierda que parásita en la escena política.
En el siglo XIX, entre 1884 y 1885, los Chilenos tuvieron una Misión Pedagógica Alemana, que sentó las bases de la educación, en un país con un proyecto de nación definido gracias a Diego Portales y a partir de allí hay una preocupación permanente por mejores condiciones educativas no solo de parte de parte del estado sino de los propios educandos, tal como lo demuestran las luchas estudiantiles en meses pasados y que han llevado al Congreso a dirigentes estudiantiles. Una solución (la de las misiones extranjeras) que debería abordarse en la hora presente, aunque tenga la grita y el rechazo "nacionalista" de los sectores radicales del SUTEP y de la moribunda izquierda que parásita en la escena política.
Hay un libro que los estudiantes de mi época solíamos leer en el Colegio La Salle, gracias a ese gran maestro que fue el Hermano Alberto Peinador: "La Educación como Práctica de la Libertad" de Pablo Freire, un educador brasileño que plantea algo que hoy es una perogrullada, pero que en los años sesenta, era un pensamiento de avanzada que hoy tiene plena vigencia; el que la educación es un elemento imprescindible para el cambio, un camino para la libertad y el desarrollo de los sectores más pobres y oprimidos de la sociedad. La necesidad de tener una mirada critica, una capacidad de discernimiento, una mirada racional del mundo que nos rodea y que entienda el valor de la multiculturalidad y la necesidad de buscar mejores niveles de vida para los sectores mas pobres, en razón de igualdad de oportunidades, solo es posible a partir de un hombre (y por ende de una sociedad) educada.
Si tenemos recursos, si hay dinero, lo primero que tenemos que hacer es replantear nuestro sistema educativo, desarrollar políticas públicas de largo aliento, re definir la universidad en el fondo y en la forma, evitando que los demagogos de turno que hay en el Congrezoo creen más universidades. Debemos contratar una misión extranjera para reformar la educación en el Perú, contratar docentes extranjeros para nuestra universidades como lo reclaman lúcidos especialistas del sector y de una vez por todas organizar la docencia, en función de la capacidad, la capacitación y la meritocracia, rompiendo la dominación y control de la izquierda marxista en el sector. Una ultima encuesta, hablaba de la necesidad de tener un promedio de 1,500 Phd en el país y que solo hay algo más de cien (no recuerdo la cifra exacta) pues hay que tener programas de becas para que salgan los jóvenes a capacitarse al extranjero: Hace unos día llegaron a Lima de paso hacia México, cuatro jóvenes entre los que había un sobrino, que están en un programa de doctorados del Gobierno de México, por el que se les da once (11) sueldos mínimos vitales, para que se dediquen solo a estudiar y sacar su doctorado, en carreras estrictamente científicas como biología; ese es un ejemplo a seguir. Hay que invertir en el hombre, hay que invertir en el talento y acabar con las argollas, el amiguismo y el favoritismo, que es parte de nuestras malas prácticas de hacer política, que se llevan a diversas áreas del cotidiano quehacer. Si tenemos un país con una gran riqueza cultural hay que incentivar el gusto por la cultura en general.
Es deprimente ver como estudiantes de "las mejores" universidades del país, no saben que es la ONPE; cuando es la Independencia del Perú; quien fue Alfonso Ugarte y que no tengan ni siquiera, no solo una cultura general mínima, sino vergüenza por su ignorancia. Es indignante también, ver como hay congresistas que no saben capitales de los países, ni el Presidente de Brasil, ni que es el VRAE, pero que son buenos para el clientelismo y la demagogia, para aprovecharse de la ignorancia del pueblo y de la inexistencia de partidos políticos y de cuadros en éstos membretes electorales, para seguir entornillados en la Plaza Bolívar.
Que futuro podemos esperar con éste país de masas sin educación, donde la frase de Antonio Raymondi, por los altos precios de las materias primas y de un contexto favorable a la inversión extranjera; por la falta de líderes, de institucionalidad, de proyecto de nación, no solo ha cambiado sino que parece ser un "vivir el momento": Un país de ignorantes sentado en un banco de oro, que siempre se cae cuando le mueven el banco.
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