
El problema es que en un momento de la historia republicana donde asistimos a una farandulización de la política, a una forma de hacer política, donde lo que prevalece es el clientelismo, el llamar la atención, el culto a la demagogia y al ridículo;
el que a un grisáceo congresista, que solo lo conocen sus amigos, sus asesores y alguno de los incautos que le dieron su voto, presente un proyecto de ley que jurídicamente no tiene mucho valor; resulta desde diversas ópticas, deprimente, indignante, poco oportuno, pero no me van a negar que criollamente marketero o dada la coyuntura política, por lo menos "cortinero".
Pero la Srta. Lozano no tiene la culpa de ello. A la bella dama la invitan, la contratan y en todo caso, como es un personaje de la farándula -como bien dijo la ex Congresista Susana Díaz-ese hecho encaja perfectamente en la máxima: "No importa que hablen mal o bien, de uno, la cosa es que hablen". La Lozano se aprende el libreto, pasea su agradable humanidad por los ambientes del primer poder del estado, cobra sus honorarios y tiene publicidad gratuita para su monumental presentación en el importantísimo y sintonizado programa, "EL VALOR DE LA VERDAD".
La Srta. Tilsa es una persona que piensa, que tiene derecho a expresarse (sobre lo que le parezca) es una mujer decente, que no puede ser objeto de escarnio, por aceptar la invitación
y dar la cara, por mostrar las caderas y su contorneada figura, para el patriótico esfuerzo de que un desconocido padre de la patria se haga conocido.
Que no es la persona más idónea. Que estuvo en el Congreso simplemente para llamar la atención, para atraer prensa o para motivar comentarios de diverso tipo; más que sobre el tema o sobre el proyecto en sí, sobre su participación conjunta con el cuñado de Antauro Humala, es otra cosa. Aquí estamos frente a una sociedad conservadora, pacata, chismosa y escandalete; que no concibe que la Srta. que se gana la vida mostrando sus curvas y su agraciada figura, se presente en el congreso y hable sobre lo que no sabe. Como el chancar al prójimo es el deporte nacional, como raje y el maleteo es parte de nuestra forma de ser; si se trata de un personaje público y del desprestigiado Congreso de la República, el placer y la exacerbación frente al tema es mayor.
Por eso no es de extrañar que en nuestros inexistentes partidos políticos, hoy se promuevan como candidatos a alcaldes distritales, a personajes que se palomearon a choros, presentándolos como "especialistas en seguridad". Al final al Congresista NN, con el criterio demagogico que se maneja, no le importo reflexionar si este es o no el momento para la iluminada presencia de la Lozano. Si era consciente de que el descrédito del Congreso va a estar una vez más en debate. Êl (o el gobierno) necesitaban un publicherry y el tema y el proyecto estaban allí.
En lo estrictamente jurídico, el tema no va a pasar de su presentación. Si de lo que se trata es de sancionar a quien sabiendo que tiene SIDA contagia a otra persona, ese ilícito penal ya esta regulado por el Art. 289º del Código Penal, que sanciona con con pena no mayor de diez años ni mayor de veinte años, al individuo que a sabiendas, propaga o contagia a persona (as) con una enfermedad contagiosa o peligrosa. Si el agente no lo sabía y contagia, no hay dolo directo, por tanto no hay sanción sino por delito culposo, así se trate de SIDA.
Lo más probable, es que el Congresista Concha; ese que esta ligado al negocio de las servidoras sexuales, desempolve un original proyecto de ley de su autoría; por el que se tercerizan o intermedian los servicios sexuales. El costo beneficio según el congresista, esta en que las trabajadoras sexuales pueden tercerizar el polvo, con las esposas o las parejas de los clientes, de manera tal que se vean obligados a comer en casa y evitar la infidelidad, fortaleciendo el matrimonio y la familia, en una época en la que lo mejor es como dice Don Ollanta Humala: "Gobernar en familia".
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