
EN EL PERÚ
HAY CORRUPCIÓN
HASTA EN LOS BOMBEROS
Las primeras planas de los diarios ponen en estos días como protagonista de la noticia al Congresista, Ex Primer Ministro y Secretario General del partido de gobierno, Dr. Jorge Del Castillo Gálvez. El Dr. Jorge Del Castillo, que es considerado para muchos y desde el principio del régimen, como el Candidato Presidencial del APRA en el 2011; no solo esta comprometido en diversos enjuagues, trinquetes y negociados políticos del actual gobierno de Alan García conjuntamente con otros pintorescos y connotados líderes apristas; la principal denuncia en su contra, es que el robo los USB que servían para probar la vinculación con actos de corrupción en el escándalo petrolero lo favorece, existiendo por denuncia de Gisellle Gianotti claros indicios de su directa participación en el hecho. En realidad en este país, las pruebas para incriminar a los poderosos en actos de corrupción (o a los corruptos para ser más exactos) siempre se pierden o mejor dicho se las salen robando. Así sucedió en el pasado reciente con los wladivideos que comprometían a Vocales Supremos, a un banquero (que colabora en todas las campañas políticas y con todos los candidatos) y con otros importantes dirigentes políticos, que se reunieron con Montesinos y que desde su cargo en el gobierno de Toledo, movieron los resortes del poder para que su imagen quede limpia e inmaculada como la sonrisa con la que saludan al electarado.
Las primeras planas de los diarios ponen en estos días como protagonista de la noticia al Congresista, Ex Primer Ministro y Secretario General del partido de gobierno, Dr. Jorge Del Castillo Gálvez. El Dr. Jorge Del Castillo, que es considerado para muchos y desde el principio del régimen, como el Candidato Presidencial del APRA en el 2011; no solo esta comprometido en diversos enjuagues, trinquetes y negociados políticos del actual gobierno de Alan García conjuntamente con otros pintorescos y connotados líderes apristas; la principal denuncia en su contra, es que el robo los USB que servían para probar la vinculación con actos de corrupción en el escándalo petrolero lo favorece, existiendo por denuncia de Gisellle Gianotti claros indicios de su directa participación en el hecho. En realidad en este país, las pruebas para incriminar a los poderosos en actos de corrupción (o a los corruptos para ser más exactos) siempre se pierden o mejor dicho se las salen robando. Así sucedió en el pasado reciente con los wladivideos que comprometían a Vocales Supremos, a un banquero (que colabora en todas las campañas políticas y con todos los candidatos) y con otros importantes dirigentes políticos, que se reunieron con Montesinos y que desde su cargo en el gobierno de Toledo, movieron los resortes del poder para que su imagen quede limpia e inmaculada como la sonrisa con la que saludan al electarado.
Y cuando uno ve que en el Perú, desde el ejercicio del poder o de la autoridad -la costumbre, la mecánica y el estilo, es castigar los actos de corrupción ajenos y encubrir los propios o los del los amigos- lo que queda claro, es que ser corrupto en este país es un hecho cultural, un practica social extendida en los círculos de la política, de los partidos y del poder en el Perú; una manera de relacionarse en sociedad, de obtener objetivos propios, personales o de grupo. Un elemento íntimamente ligado a la relatividad con la que se conceptúan valores y principios en nuestra cultura, en la que el ser corrupto no es necesariamente malo per se, sino negativo e hipocritamente repudiable, en función de que se descubra el velo del hecho que lo cobija. Así la corrupción del enemigo político es criticable y la del compañero de partido una calumnia, una mentira y una infamia que hay que defender como sea.
En el contexto anteriormente descrito, en el que las políticas anticorrupción, no son para todos por igual, sino para aplicarse en función de intereses o amigazgos; las monsergas moralizadoras son pura demagogia y el ejercicio del poder termina siendo corrupto, porque lo que busca es la impunidad frente al delito o a la infracción que malogre la imagen de lo que no se es. Porque en el alma nacional lo que prima es el sacar ventaja, el joder al prójimo, el ser individualista en lugar de ser solidario. Porque el peruano está acostumbrado a pensar primero en él, segundo en él y tercero en él. Una realidad que hace que desde la perspectiva social del ejercicio del poder (y de la corrupción como un hecho cultural ampliamente documentado en la historia del Perú) no solo se acentúen las diferencias de diverso tipo, sino que toda política o institución creada para combatir la corrupción, éste condenada al fracaso o termine en el descrédito y en la ineficacia.
Si desde la política, los políticos y los partidos; si desde la sociedad civil y el empresariado, no se forman y se imponen valores y principios sobre la honestidad, la decencia, la dignidad y dignificación, no solo de asumir el costo de los errores, sino de sancionar a quien comete actos de corrupción (sea quien sea) las políticas anticorrupción serán simplemente buenas intenciones y los discursos anticorrupción, retórica, demagogia y efectismo. El caso Del Castillo y la lógica frente a un tema que no puede cubrir su escénica indignación; la liberación de Crousillat y el cinismo de Pastor; la negativa de Nadine Heredia y hasta casos como el del CUERPO GENERAL DE BOMBEROS VOLUNTARIOS DEL PERÚ -donde las cúpulas dirigenciales se han enriquecido ilícitamente y han lucrado con los recursos de la institución en provecho propio, ante la decidía de las autoridades y el silencio de la gran prensa; a pesar de haber sentencias ejecutoriadas y procesos judiciales en trámite que merecen ser seguidos por la ciudadanía- deben significar una actitud confrontacional, una verdadera revolución moral, el emplazamiento a las cúpulas o a los grupos de poder por parte de la ciudadanía, en un contexto donde los medios de comunicación terminan cumpliendo el papel de fiscalización y control que tendrían que desarrollar algunas especializadas instituciones del Estado. El silencio, la indiferencia y la pasividad solo harán que en un país con tanto avivato de nada sirva el crecimiento económico. Que lo que finalmente existan son políticas para la impunidad de la corrupción y no políticas anticorrupción. Medidas que cada gobierno inventa y que en realidad finalmente no sirvan para nada.
(*) Para mayor información de la corrupción en el CUERPO GENERAL DE BOMBEROS VOLUNTARIOS DEL PERU ver: