sábado, 2 de mayo de 2009

N° 66 - LUGOPATIAS:


CON TRES DIFERENTES Y CON LA MISMA.........SOTANA

Yo que soy católico, apostólico e hincha del glorioso Sport Boys del Callao, creo que Dios existe y que es bien difícil que este servidor alcance el cielo, porque por más esfuerzo que haga voy a estar siempre más cerca del fuego eterno, del cálido regazo de Don Satanás que de la Gloria del Señor; lo que no significa que no haga la lucha por librarme del fuego eterno. Que sea esclavo de esos principios y de esas convicciones que me atormentan y que hacen que convulsione cada vez que quiero ser infiel. Al final el problema no son tanto las convulsiones sino el escándalo que se armaría si me descubre mi mujer y me echara los perros encima o mejor dicho sus hijos, que en el sentido práctico vienen a ser lo mismo. Al final yo que a mis doce años también me enojaba y amenazaba a mi padre con acusarlo con mi madre (cuando solo desviaba la mirada ante un par de pantorrillas de esas que elevan la secreción salival) comprendí con los años, que los ojos se han hecho para mirar, las manos para tocar y los arietes para abrir las puertas de las fortalezas medievales.

Aunque no se puede generalizar, creo que los curas la tienen difícil, son tan humanos como nosotros y por más oración a la que se entreguen, las tentaciones están aquí, a la vuelta de la esquina. La carne es frágil y la verdadera vocación en la curia muchas veces es tan similar a la del taxista titulado que circula por las calles de Lima. Es que el ser cura es en el fondo, una manera de salir de la pobreza, de obtener una profesión o de esconder una debilidad.

Monseñor Lugo ha demostrado que el sacerdocio y la política son compatibles, que la hipocresía es en ambos campos de la actividad humana una virtud. Que se puede seducir con la búsqueda de Dios o a través de la idea de un país mejor, de un mañana mejor. Al final el poder sea político o nacido del púlpito, crea un envanecimiento y porque no decirlo un envilecimiento y una ceguera en la persona humana. Monseñor Lugo que es cura metido a política o un político que se metió de cura o una mezcla de cura y político, tiene una concha más grande que la Plaza de San Pedro, una coraza que le hace entornillarse en el cargo, no renunciar y olvidarse de los postulados de la fe católica. En ese contexto queda claro que ha traicionado a sus feligreses, a sus electores, a la iglesia católica y a un país en general.Que ha sido un fiasco y una estafa para un pueblo, que cifro sus expectativas en un hombre supuestamente probo, honesto, con principios y valores cristianos, con una profunda vocación de servicio. Un pueblo que se encontró con una realidad diferente, con un individuo que pasó del púlpito a la plaza pública en su opción de trabajar por los pobres con todas las excrecencias del ser humano. Maestro de la ley, líder político, fariseo, Presidente de Paraguay, es difícil que Fernando Lugo pueda sostenerse en el cargo y lo más probable es que como se especula en Asunción, aparezca una cuarta mujer con un nuevo vástago.

Tal vez tostándome algún día en los predios de Don Lucifer, encuentre a Monseñor Lugo y en animada charla, conversemos sobre las debilidades humanas. Porque si con el poder divino se hizo de tres mujeres o probablemente cuatro (con las que tuvo sus respectivos hijos) con el poder humano de la política, siendo Presidente de Paraguay y tratándose de carne, seguramente que le va a ir mejor.

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