Es cierto que éste es un país sin cultura política, con masas empobrecidas, ignorantes. Es cierto que en ese contexto, la política se vuelve clientelista, populista, demagógica. Que la clase política, que los políticos de turno suelen subestimar la inteligencia ajena, soltar cortinas de humo para distraer la atención frente a escándalos que perjudican la imagen de un gobierno, de un personaje o de un determinado interés. Así ha sido antes y lo es ahora.
Tras la aparición de nuevos “petroaudios” que complican la imagen del gobierno, que comprometen aún más a conspicuos miembros de éste régimen y perjudican la imagen de personajes públicos de diverso pelaje político; el congresista Víctor Andrés García Belaunde, hermano del Canciller de la República, en una de esas tantas declaraciones pintorescas que suelta de cuando en vez, “denuncia” sin prueba alguna, que hay un complot para dar un golpe de estado al Presidente García, un golpe para socavar la democracia legítimamente constituida y en el que estaría detrás el Vicepresidente Giampietri.
Y mientras al Vice Presidente de la República le da un síncope cardíaco de la Giampietri y la prensa oficialista reproduce sus declaraciones; el resto de la prensa se burla de las declaraciones de esta mezcla de arlequín y político serio; en el parlamento nacional nadie le hace caso y el único que toma “con seriedad” sus declaraciones, es el propio supuestamente afectado; el Dr. García, quien las enmarca en esa supuesta lucha contra la mafia que su gobierno lleva a cabo y que tiene que ver con los “petroaudios”. Claro que ahora no cuenta el maltrato a la imagen de la Marina de Guerra del Perú, a la institucionalidad castrense y que el Secretario General de Palacio de Gobierno no ha renunciado, que la Secretaria Personal del mandatario no ha renunciado, que el Sr. Saba Presidente de PERUPETRO sigue enconchado en el cargo y los personajes desenmascarados en los audios, se rasgan las vestiduras en público, niegan haber recibido un sol o haber favorecido dolosamente intereses subalternos. Porque todo lo hicieron supuestamente por el bienestar del país, por amistad, por "vocación de servicio" o por ingenuidad. Y el pueblo según ellos, tiene que creer a estos señoritos de la democracia, como tienen que creerle al Sr. García Belaunde, que acusa sin pruebas, que se cuelga del apellido Belaunde para buscar una credibilidad que no tiene, para que la gente piense que es el político serio, de solera y de estirpe que no es.
Y en este andamiaje psicosocial (que parece coordinado con un congresista hermano del Canciller y que funge de opositor cuando le conviene) para desviar la atención de la ciudadanía en un tema que afecta gravemente la línea de flotación del régimen, aparece el atentado a la Fiscal de la Nación Gladys Echaíz, atentado bastante singular (que lo más probable es que se archive o que se quede sin resolver) un atentado que la versión oficial trata de achacarle a la mafia de los petroaudios. A la mafia que regalaba relojes a los ministros, a la mafia que ponía de rodillas altos funcionarios del régimen, por el pinche dinero para sus campañas como presidenciables. A la mafia que, para terminar, se repartía el estado como una chacra. A la misma mafia que negociaba el patrimonio del Estado con total desprecio por la cosa pública.
Pero la mera verdad es que esta mafia esta ligada al gobierno, a la imagen pública de sus funcionarios y por eso esta mafia no puede, ni va a ser desnudada ni combatida por el gobierno. Porque si se hace pública su unión indisoluble con el régimen, quien más pierde es el Presidente de la República, el partido de gobierno, los líderes representativos del gobierno y del "partido del pueblo" y por eso lo que hay es pirotecnia verbal, mucho ruido y pocas nueces; gestos, poses, alboroto en el gallinero, pirañitas o tontos útiles que caen. Pero no más Rómulos, no más pesos pesados, porque esos son peligrosos ante la cantidad de información que manejan. Porque con ellos la solución tiene que ser "negociada, conversada". Y en estas maniobras con sus amigotes (que la pegan en apariencia de opositores) el gobierno aprista espera salir bien librado del escándalo. Después de todo, el genio político de Don Ramiro Priale, acuño una frase para la historia, una frase que escondió o maquillo los negociados, los enjuagues políticos y las dolosas claudicaciones ideológicas y éticas del APRA para subsistir: “Conversar no es pactar”.
Tras la aparición de nuevos “petroaudios” que complican la imagen del gobierno, que comprometen aún más a conspicuos miembros de éste régimen y perjudican la imagen de personajes públicos de diverso pelaje político; el congresista Víctor Andrés García Belaunde, hermano del Canciller de la República, en una de esas tantas declaraciones pintorescas que suelta de cuando en vez, “denuncia” sin prueba alguna, que hay un complot para dar un golpe de estado al Presidente García, un golpe para socavar la democracia legítimamente constituida y en el que estaría detrás el Vicepresidente Giampietri.
Y mientras al Vice Presidente de la República le da un síncope cardíaco de la Giampietri y la prensa oficialista reproduce sus declaraciones; el resto de la prensa se burla de las declaraciones de esta mezcla de arlequín y político serio; en el parlamento nacional nadie le hace caso y el único que toma “con seriedad” sus declaraciones, es el propio supuestamente afectado; el Dr. García, quien las enmarca en esa supuesta lucha contra la mafia que su gobierno lleva a cabo y que tiene que ver con los “petroaudios”. Claro que ahora no cuenta el maltrato a la imagen de la Marina de Guerra del Perú, a la institucionalidad castrense y que el Secretario General de Palacio de Gobierno no ha renunciado, que la Secretaria Personal del mandatario no ha renunciado, que el Sr. Saba Presidente de PERUPETRO sigue enconchado en el cargo y los personajes desenmascarados en los audios, se rasgan las vestiduras en público, niegan haber recibido un sol o haber favorecido dolosamente intereses subalternos. Porque todo lo hicieron supuestamente por el bienestar del país, por amistad, por "vocación de servicio" o por ingenuidad. Y el pueblo según ellos, tiene que creer a estos señoritos de la democracia, como tienen que creerle al Sr. García Belaunde, que acusa sin pruebas, que se cuelga del apellido Belaunde para buscar una credibilidad que no tiene, para que la gente piense que es el político serio, de solera y de estirpe que no es.
Y en este andamiaje psicosocial (que parece coordinado con un congresista hermano del Canciller y que funge de opositor cuando le conviene) para desviar la atención de la ciudadanía en un tema que afecta gravemente la línea de flotación del régimen, aparece el atentado a la Fiscal de la Nación Gladys Echaíz, atentado bastante singular (que lo más probable es que se archive o que se quede sin resolver) un atentado que la versión oficial trata de achacarle a la mafia de los petroaudios. A la mafia que regalaba relojes a los ministros, a la mafia que ponía de rodillas altos funcionarios del régimen, por el pinche dinero para sus campañas como presidenciables. A la mafia que, para terminar, se repartía el estado como una chacra. A la misma mafia que negociaba el patrimonio del Estado con total desprecio por la cosa pública.
Pero la mera verdad es que esta mafia esta ligada al gobierno, a la imagen pública de sus funcionarios y por eso esta mafia no puede, ni va a ser desnudada ni combatida por el gobierno. Porque si se hace pública su unión indisoluble con el régimen, quien más pierde es el Presidente de la República, el partido de gobierno, los líderes representativos del gobierno y del "partido del pueblo" y por eso lo que hay es pirotecnia verbal, mucho ruido y pocas nueces; gestos, poses, alboroto en el gallinero, pirañitas o tontos útiles que caen. Pero no más Rómulos, no más pesos pesados, porque esos son peligrosos ante la cantidad de información que manejan. Porque con ellos la solución tiene que ser "negociada, conversada". Y en estas maniobras con sus amigotes (que la pegan en apariencia de opositores) el gobierno aprista espera salir bien librado del escándalo. Después de todo, el genio político de Don Ramiro Priale, acuño una frase para la historia, una frase que escondió o maquillo los negociados, los enjuagues políticos y las dolosas claudicaciones ideológicas y éticas del APRA para subsistir: “Conversar no es pactar”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario