Y SU PARTIDA A LOS 105 AÑOS:
Con mi primo Nano, su hijo -ya fallecido- y con mi primo Chulín, hijo de la Tía Cármen, hermana tambien de mi madre, comparti mi infancia y parte de mi adolescencia. Si no fuera porque no me gustaba el colegío donde me "chuparon" dos años en La Salle, a los que hay que sumar el año que perdí en el Raymondi, diria que fuí totalmente felíz en esos años. Recuerdo la última vez que estuvimos juntos los tres. Los secretos de las mataperradas que guardabamos entre nosotros, eran tema de conversación y de risas con aire de complicidad. Cuanta ingenuidad y cuanta sana joda picaresca habia en esas travesuras a la luz de los tiempos actuales. Aunque confieso que a despecho de mis casi 70 años me sonrojo y soy incapaz de contar todavía esas historias.
Nacida en San Pedro de LLoc y proveniente de una familia longeva de origen chino, la Tía Thelma ocupa un lugar especial en la historia de mi vida. No solo por ser madre de Nano y esposa del Tío Reynaldo, sino por sus calidades personales. Siempre atenta, locuaz, centrada, ponderada, incapaz de andar en dimes y diretes, ni en conflictos con nadie. Fue siempre una madre preocupada por la educación de sus hijos Teniamos que esperar que ella revisara las tareas o hiciera algunas precisiones a la enseñanza del Nano para salir a jugar con él. Excelente anfitriona en las serenatas que se organizaban por el cumpleaños de mi Tío Reynaldo, donde yo estaba de cabeza acompañando a mi madre, porque ese ambiente criollo me resultaba entrenido y agradable. Ademas era una manera de amanecerse y eso te hacia adulto según mi entender.
No se como salio el sobrenombre de "La Mamele" como le llamaban cariñosamente sus familiares más cercanos. Pero un irreverente como yo, nunca la pudo llamar así. Para mi siempre fue la Tía Thelma. En mi recuerdo estara ella pasando un plato de conejo que preparaba exquisitamente -y que decia la Maricucha que le gustaba mucho al abuelo Felipe- por una ventana de su casa, que tenía acceso al zaguan de la vieja casa de los abuelos, que llamabamos "La Pampa", que coronaba una higuera que hoy vive en el jardín de mi casa. La pampa era el lugar donde había corrales, una tortuga, donde haciamos carreras de cucarachitas martinas, escuchando hablar a una lora cubana, la "Aurora" que no se como llego allí y donde descansaba placidamente el "Jim" que fue un perro -no se de que raza era, pero era un perro fino- que los Graña le regalaron a mi abuela Luisa, -que no era Luisa, sino Lucía Dominga enredo que tuve que solucionar al hacer la declaratoria de herederos- cuando iba la familia a Huando, donde mi Tío José, hermano de mi abuela era el administrador de la hacienda.
Con el Chulín muy a menudo hacemos un recuento de nuestros males, tomamos conciencia de que ya estamos viejos. y recordamos los viejos tiempos y los viejos amigos, anotando los que se van.
Dicen que cuando aquellos que eran los que nos unieron, parten las familias se van separando. Es una gran verdad. La Tía Thelma pasa a ser un grato recuerdo de esa epocas que se quedan en el corazón. Al final, su larga vida es un regalo de ese ser supremo que creo todo esto que algun día vamos tambien a conocer y descubrir ante nuestro espíritu. Una luz más que se enciende hasta volver a reencarnarse; porque somos seres de luz, de energía. Pura física cuantica que no sirve mas que para saber que: El Nano debe estar felíz porque esta con su madre.
(1) La Tía Thelma con su nieto Reynaldo
(2) La Tía Thelma con mi madre en mi casa de Pueblo Libre. Febrero de 1968.
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