Estos dos años que llevamos de pandemia, tienen una connotación especial. A la fiesta de unión y de amor familiar, se suma la nostalgia de los que ya no estan. Por aquellos cuya ausencia nos obliga a reflexionar sobre la muerte, sin llegar a entender, porque se fueron, porque la Santa Muerte se los llevó en medio de las situaciones más incomprensibles, ya sea por su condición humana, por su juventud o porque el éxito les sonreia en la vida.
Ese es tal vez el invierno estival que recreamos en nuestros hogares y en nuestros nacimientos en éstas fiestas, con una nieve que no cae en éstas epocas y que solo alcanza a algunos lugares del Perú. Con un Papa Noel ingresando por chimeneas que no son parte de nuestra arquitectura y con habitos gastronomicos, que vienen de la influencia norteamericana que se asento en el Perú en tiempos de Leguia y que vienen tambien -como el consumo de pavo- del Día de Acción de Gracias. Y esto es tan obvio que la costumbre de entregar los regalos a los niños el Día de la Bajada de Reyes, lo cambiamos por entregarlos el día de la navidad. De la misma manera que siendo una cultura del maíz, la cambiamos por un trigo que no producimos y que tenemos que importar. Algo muy propio de un pais sin un concepto de nación y sin una idea clara de lo que es mantener su identidad y su mestizaje.
La verdad es que la celebración cambia con el tiempo. Cuando yo era niño, las misas de gallo eran a las 12.00 y la gente iba religiosamente a ella, el cura hablaba en latín daba la espalda a los fieles y se subia al pulpito para hablar sobre el evangelio del día. Las cenas eran ortodoxamente a las 12.00 y solo a esa hora se abrian disciplinadamente los regalos porque sino te caia tu "combo". No esta demás decir que en esas fechas era obligada la compra de ropa nueva, tener ropa de estreno. Y algo que ya ha caido en desuso por la modernidad y la tecnología, es lo de las tarjetas de navidad. y el gusto de escoger las mas pintorescas y originales, algo que se busca en el internet y sin costo.
Yo debo confesar que tuve una infancia feliz, que no falto pan en la mesa de mis padres, ni juguetes en mis manos, cuando la Casa Oeshele, era otra cosa en cuestión de juguetes logicamente y habia "Botica Francesa" para helados de antología. Esos eran tiempos en los que uno encontraba en Lima, el riquisimo Turron de Alicante importado de "las españas", que venía en su cajita de madera y que no se porque hoy uno no encuentra en Lima, ni por asomo.
Esos eran tiempos en los que las hermanas menores de mi madre y sus familias, la pasaban con nosotros. Pero los tiempos cambian, la gente se muere, los sentimientos, se fracturan y las vidas toman rumbos diferentes, con nuevas familias nucleares y digo esto porque hay peleas familiares que son propiamente el resultado de una "bomba atomica".
Y es tan cierto que las navidades son diferentes en el tiempo, que en la Colonia se comía un adobo de cerdo o de res, que se acompañaba de sidra o aguardiente. Una costumbre arabe, porque fueron los moriscos los que introdujeron en la peninsula, el uso del vinagre y el consumos de la "comida ácida". Es recien a inicios del Siglo XVI, que el pavo, llamado guajolote en México es llevado a España y de allí pasa a Sudamerica, pero no para ser consumido masivamente como plato central de la festividad.
En Bolivia por ejemplo, el plato principal es la Picana, que es una especie de sopa con tres tipos de carnes diferentes a escoger, pasas, nueces, chuño relleno -que solo se consume en la sierra del Perú- choclo y otras especies. En el Perú es en el gobierno de Leguía donde se difunde el consumo de pavo que llega hasta nuestros días, a punto tal que hasta las familias más humildes, hacen cualquier sacrificio para tener un pavo en su mesa, razón por la que me pregunto porque los politicos "tan preocupados" por los pobres y por los niños en estas fiestas, no juntan todo el año o mueven a la gente que los apoya -no por su cuota de poder- sino por su "altruismo" para regalar pavo en éstas fiestas y hacer feliz a la masa que quieren que vote por ellos.
En la colonia la navidad se circunscribia a una fiesta de colaciones -nombre perdido en el tiempo y que solo los de sesenta almanaques para arriba deben recordar- y era una fiesta de panes dulces,mazapan y frutas en almibar. El consumo de Tizana, que han traido los venezolanos o de pan dulce como tradición, es algo que tambien perdimos. En México es incomprensible el lonche sin pan dulce de diversos tipos y me viene a la memoria la Panadería "El Globo" fundada en 1884 y que sobrevive hasta nuestros días. A proposito de esa fiesta una anecdota muy curiosa. En la epoca colonial habia un hombre muy caritativo de apellido Barchillón, que en tiempos de navidad por barrios pobres, hospitrales y plazas, repartia alimentos y chicha, sin la menor intención de candidatear a nada por supuesto; es por ese hecho, que su apellido se inmotalizara deformado, como "Barchilón", que es como llamamos a los auxiliares de hospitales, que ayudan a los enfermos, los limpian, pasan el papagayo o el bacín.
En esas epocas fueron los franciscanos los que introdujeron los nacimientos -prohidos en las casas por entonces- y las piñatas, una costumbre de origen chino que solo se conserva en México, conjuntamente con las Posadas, que van entre el 16 y 23 de diciembre y que recrean la busqueda de San Jose y la Virgen María, por el lugar donde va a nacer Jesús. Las Posadas eran misas en los atrios de las iglesias, donde se rezaba el rosario y se representaban escenas de navidad, en medio de bengalas, villancicos, piñatas y escenificaciones, como el canto de las Sibilas, que es una practica pagana que recuerda a las pitonisas que en Roma anunciaban la llegada de Jesús. No esta demás decir que en México las Posadas son todo un acotencimiento y es gracioso ver a la gente en el metro, regresar a su casa, despues de una posada, llena de pica pica.
En el Siglo XIX, durante lo que yo he llamado las navidades más tristes de nuestra historia, eran los inmigrantes ingleses, italianos y españoles, los que marcaban las costumbres gastronomicas de esas fechas. La gente comia pan dulce italiano, paneton, que venía importado hasta que don Pedro A Donofrio lo comenzo a producir masivamente en casa en el Siglo XX, o "Pan de Santa Rosa" que era un pan para pobres, del que habla Guillermo Thorndike, en su libro sobre "La Batalla de Lima" sin dar más detalles.
En tiempos antes de la guerra, la gente cenaba lechon, humitas, tamales, jamones o chorizos, que a finales de 1880 y tras la ocupación de Lima por los chilenos, escasearon, a punto tal que la gente consumia pescado, que era visto como una comida de pobres. En tiempos de la ocupación de Lima, no había carbon, ni cera, ni aceite mineral y la ciudad y por ende la navidad, era una urbe y una festividad a oscuras. El 24 de Diciembre previo a las batallas de San Juan y Miraflores y a la ocupación de la capital, la tropa chilena, en el campamento de Lurín, no tuvo Misa de Gallo, ni cena, solo ponche de leche, un pequeño nacimiento que se levanto en el Buin. Y un homenaje de las tropas, al nacimiento que fue levantado por las cantineras, con la bendición del Presbitero de la Segunda División. Cabe indicar que durate la colonia las misas eran tres. la Misa del Gallo a la media noche, para conmemorar el nacimiento de Jesus; otra a las seis de la mañana para conmemorar la visita de los pastores al pesebre y otra a las seis de la tarde para conmemorar la redención de todo el genero humano.
Un dato interesante de detallar es que, tanto en el lado peruano como en el chileno, la "asistencia espiritual" no eran subvencionadas, los curas sobrevivian con el apoyo que le brindaba la plana mayor -que en el caso chileno no era bien vista por toda la oficialidad- porque hacian de corresponsales de diarios chilenos, quejandose los militares de que daban informaciones inexactas. Los textos chilenos nos hablan que, hasta antes de la ocupación de Lima, el ejercito expedicionario tenia una serie de carencias. No había ni tabaco ni aguardiente y la comida escaseaba, no era la necesaria para alimentar a toda la tropa. En el caso de Lima, habia una carestia, que se agudizo tras la ocupación. La ciudad vivia el nerviosismos propio de enfrentar al enemigo, con más entusiasmo que realismo, con el temor de ver morir a sus hijos por las limitaciones de no tener un ejercito regular sino improvisado. Y en esa realidad, la fiesta de la navidad termino pasando a un segundo plano., siendo bastante intima en los hogares peruanos en los años siguientes y limitada a los cuarteles del ejercito de ocupación, que hacía sus propias Misas de Gallo en sus cuarteles o campamentos sin juntarse con la población.
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