…Y NO PARA FORMAR CIUDADANOS NI PARA CONSTRUIR CIUDADANIA:
Después de treinta días y algo más del primer intento popular del Siglo XXI por gobernar el pais, hay que recordar obligatoriamente la historia. Guillermo Billinghurst, fue el primer presidente que se enfrento electoralmente a la Republica Aristocrática y el primer político que llego al poder en septiembre de 1912, de la mano de masas obreras emergentes, de la plebe o "del pueblo" que es un termino de moda en la política de la hora presente. Aunque era un hombre vinculado a la élite política, pues "Pan Grande", era un acaudalado empresario salitrero, que logró vencer a Antero Aspillaga y llego por primera vez en la historia del Perú, de la mano del movimiento popular al poder, el experimento termino abortando.
Su historia no duro mucho porque la mayoría leguista-civilista, en el Congreso, comenzó a desestabilizar su gobierno (en ese entonces la Constitución vigente de 1860, permitía disolver el Congreso que a su vez escrutaba, proclamaba y decidía quien era Presidente, definiendo mayorías absolutas o decidiendo sobre votos viciados o nulos) hasta que en febrero de 1914, Don Oscar R. Benavides, da un golpe de estado, encarcela a miembros del Congreso -entre ellos al hermano de Leguia que era Primer Vice Presidente y ya se estaba probando la banda presidencial- y termina como Presidente Provisorio.
Esta historia es muy parecida a la de Pedro Castillo Terrones, maestro rural, sindicalista, campesino, sin vínculos mayores o importantes con la clase politica, que como mascaron de proa, de un "vientre de alquiler" de los que abundan en la politica peruana y que hoy se suelen llamar "partidos políticos" , fue el vencedor de una elección en la que el statu quo imperante, desplego toda su artillería, sus mañas y su control sobre los medios de comunicación, para "imponer su verdad" sin pudor ni vergüenza, haciendo uso del fantasma del comunismo, de que se reproduzcan en el Perú, regímenes como el de Cuba o Venezuela.
Y ni los fantasmas, ni los prejuicios, pudieron vencer a la verdad. Que era que la Señora Fujimori era una pésima candidata, que no tenía autoridad moral para hablar de decencia, de honestidad, de ética o de amor al Perú. Que, los personajes que se subieron a esa combi electoral, son personajes desgastados, cuestionados y criticados en la escena nacional porque han gobernado y no han hecho gran cosa desde la perspectiva del interés de las mayorías. Finalmente Castillo gano porque el país necesita un cambio y porque en un país dividido, ganan los que suman más votos.
Tras su triunfo, Pedro Castillo esta cumpliendo con hacer el gobierno que prometió -en los hechos pero no en las palabras lógicamente- un gobierno folklorico; mediocre; sin liderazgo ni rumbo; un gobierno perforado por personajes de una izquierda que es parte del pasado y que no tiene respaldo popular. Un gobierno lleno de incapaces; de gente sin nivel académico y sin brillo, que solo sirve para cobrar favores políticos, para colocar a los amigos y a los familiares como apunto Héctor Béjar. El problema no es que Castillo no tenga nivel de estadista ni experiencia, eso se sabía. El problema es que era finalmente, el "Mesías Prometido" que un país sin institucionalidad, sin partidos, sin capacidad para formar una elite politica preparada, capaz, con visión de país y alineada alrededor de partidos de verdad, con políticas de estado coherentes, esperaba por la mediocridad de sus clase dirigente y la falta de unidad de su gente. Estaba cantado que de un personaje de estas características íbamos a terminar padeciendo tarde o temprano.
El problema es que este "apéndice de líder" producto de una democracia boba, ignorantona y sin cultura política, cree que gobernar el Perú es irse al VRAE y sacarse los zapatos. Que repetir la palabra "pueblo" mil veces, lo va a hacer popular, ignorando que lo que hace un gran país, es formar ciudadanos y construir ciudadanía. Que el respaldo que se le dio en las urnas fue electoral y que tenía que legitimarlo en el ejercicio del poder. Que, de seguir en el camino que ha tomado, la ira popular lo va a terminar alcanzando y va a venir desde el interior del país, donde obtuvo el mayor respaldo, pero donde las palabras cansan y los hechos priman.
El problema es que la gente que esta hoy metida en politica por regla general, no da la talla -con excepciones por cierto- no tienen ni formas democráticas, ni maneras, ni conocimientos, ni buen hablar, ni ética ni principios. Y esta clase politica, hoy vergonzosa; si uno mira el presidente que tenemos, el parlamento que padecemos y los ministros que soportamos; es la clase politica -que con menos exposición pública de sus limitaciones y venocidades- ha gobernado el país con matices de diverso cuño; en medio de una indolencia absoluta de lo que pasa en el país, por ver solo su interés, gobernando desde la capital y dandole la espalda al resto del país. Allí esta como ejemplo la triste historia de la Guerra con Chile. En Lima tras la salida de Prado, peleaban peruanos contra peruanos por el poder.
El camino tomado por Pedro Castillo quiebra el primer intento del Siglo XXI por un gobierno auténticamente popular. Traiciona las espectativas populares por su incapacidad de hacer un buen gobierno. Por su falta de personalidad y de liderazgo, para ejercer la Presidencia, al compartir el poder con Vladimir Cerrón. Aunque eso no es motivo de escandalo, Fujimori gobernó de la mano con Montesinos y como económicamente, tenía contentos a muchos no hubo "levantamiento popular" y este llego recién ante lo evidente.
Y durante todo este corto tiempo he escuchado a los bustos parlantes del conservadurismo nacional pedir arrepentimiento por el voto ejercido. Y creo que hay mucha gente que esta convencida que la historia seria, con otra partitura la misma de siempre, comenzando con un patriarca libre, intervención de las precarias instituciones del estado -en la que los fujimoristas son expertos- impunidad, mercantilismo y una gran torta por repartir.
A un alelado con limitaciones como Pedro Castillo, sin respaldo popular, con minoría parlamentaria, sin lazos con la clase politica y sin mayor intelligencia en su entorno, el final del camino es previsible. El cambio o el acceso al poder del pueblo, no es definitivamente este. Víctor Raul Haya de la Torre a principios del siglo pasado y Fernando Belaunde, en la segunda mitad del mismo siglo, encarnaron ese cambio que tampoco lograron en escenarios diferentes al actual. Pero eran políticos con otras condiciones, otro talento y otro talante. Ojala que no tengamos que esperar otros doscientos años para esa experiencia democrática del pueblo en el poder.
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