lunes, 30 de septiembre de 2019

N° 502 - ENTRE LA "DISOLUCIÓN" Y EL "CIERRE"

LA "REPUBLIQUETA" EN TODA SU DIMENSIÓN:




Es necesario decir en principio, que el principal culpable de esta situación, es la ignorancia del pueblo peruano, que otorgó una mayoría abrumadora al fujimorismo en las pasadas elecciones. Es un pueblo que ha permitido y larvado una clase política mediocre, soberbia, que se escuda en su elección y en la "representación" que ostentan. Una clase política que hace rato esta de espaldas al pueblo, que tiene su rechazo y su desprecio. 

El principal responsable de esta situación es el pueblo peruano, que busca construir a bandazos una nación -que es históricamente fraccionada- en función de una vergonzosa clase política, que defiende o sus propios intereses o los intereses de terceros, pero no los grandes intereses nacionales. Que esta como la gran mayoría de instituciones del estado corroída por la mediocridad y por la corrupción. Al final este es un país en el que se llama "excelsitud" a la mediocridad.

Esta es sin duda una republiqueta de país que una vez  más se desnudo en público y sin tapujos; es ni más ni menos el reflejo de lo que pasa al interior de las caricaturas de partidos que tenemos, donde abundan los mediocres, los oportunistas, los serviles, los ignorantones con ambiciones; pero no gente preparada, con idoneidad, capacidad, conocimiento y valores para el servicio público. Una republiqueta que hace politica en función de  cúpulas partidarias, que solo buscan "el poder por el poder", que tienen un discurso que habla de "democracia", de "unidad", de "institucionalidad", pero sin embargo, al interior de los partidos hacen todo lo contrario; petardean la poca democracia existente, se zurran en la precaria institucionalidad que ostentan y  avasallan una unidad retórica e inexistente, en función de sus lacayos y sus serviles,  por la lucha soterrada por el poder, sin el mínimo pudor, rubor y vergüenza,  por esbozar programas, propuestas técnicas. La historia de las caretas de siempre en la política peruana del "parecer y no ser".

En un país donde la institucionalidad es decorativa, donde las leyes se interpretan a propia conveniencia, donde las cuestiones teórico interpretativas, pasan a segundo plano, porque son los hechos los que cuentan y las cosas "se solucionan solas" en medio del histrionismo, del efectismo y la demagogia de la política criolla, el cierre del Congreso en strictu sensu no es jurídicamente válido y legal, como tampoco lo es la razón y la sustentación del aprofujimorismo para negarse a irse, desconociendo el sentimiento popular y la crisis existente, independientemente de que Vizcarra no  tiene talla de estadista y el Congreso es una muestra del mamarracho en el que se ha convertido la política

Pero como no hay nada nuevo bajo el sol, vamos a tener como a lo largo de nuestra historia reciente. De la historia reciente de un país que cree que puede ser del primer mundo, la intervención de terceros para solucionar nuestras broncas de callejón; las "salidas democráticas" de siempre. El que algo cambie para que todo siga igual porque hemos pasado del movimiento pendular entre dictaduras y gobiernos democráticos, a movimientos pendulares entre crisis políticas de diverso tipo.

Este no es el mismo escenario de 1992. Esta no es una "disolución" es un "cierre del Congreso" dentro de una realidad distinta a la de 1992. Nos hemos tirado los platos de manera diferente. Nos hemos agarrado a madrazos sin sacarnos la camisa, porque hay varios "cuellos blancos" en la función pública, reclamando por su "representatividad" emanada del voto popular. Yo era un niño cuando mi padre me dijo que yo iba a llegar a su edad y este país no iba a cambiar. Sabias palabras.  Esta es la  vida y la historia de un país que Basadre no alcanzo a describir.


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