lunes, 16 de enero de 2017

N° 440 - "JODEBRECHT"......

LAS TARAS DE LA COLONIA QUE LA REPÚBLICA AGUDIZO:




En el último artículo del año, hablábamos de la necesidad de una revolución moral, educativa y cultural para transformar el país. Para crear ciudadanos y construir ciudadanía, gente consiente de que tiene derechos pero también obligaciones. Una revolución que imprima en la conciencia colectiva la necesidad formativa de una nueva clase dirigente, alejada del gesto y de la pose, del efectismo demagogico, del interés personal o de grupo y de la mediocridad.

Sufrimos las consecuencias no solo de la falta de institucionalidad, sino de la ausencia de patrones morales y éticos en el manejo de la cosa pública, a punto tal que ya no hay partidos, que hay franquicias políticas para buscar el poder, así como hay líderes impostados que hablan como Humala de "Honestidad para hacer la Diferencia" y terminan siendo tanto o más corruptos que los que criticaban. 

Y este no es finalmente un problema de ahora, es un asunto de larga data, un trauma histórico que nace con la dominación colonial, con una iglesia que era la institución de mayor poder económico de la época; por cargas, misas, granjerías secretas y edictos; mayor inclusive que las del poder peninsular; a punto tal que hasta ordenaba a los indios ricos que estuvieran enfermos, que les dejaran sus bienes y propiedades a la iglesia así tuvieran herederos forzosos. 

En un modelo patrimonial y acumulador como el de la corona española, queda claro que se producían diversos negociados y corruptelas, no solo en perjuicio de los indios sino del rey, que incluía venta de oficios y de cargos públicos. Allí están finalmente los intereses económicos que movieron a los criollos a independizarse.

Y esa es la dinámica de acumulación, de intereses personales,de corruptelas que se expresaron en los inicios de la República, en medio de conceptos como el de "libertad", "democracia" e "igualdad"  marcadas por el clientelismo y el amiguismo; que hasta hoy persisten; que hicieron crisis en la Guerra con Chile y que no construyeron la fibra moral que se necesitaba, en un país sin presencia significativa del Estado, sin valor de lo colectivo ni un norte definido. 

Y digo que hicieron crisis en el país, porque en su monumental libro sobre la "Historia de la Corrupción en el Perú", Don Alfonso Quiroz expresa con vergüenza que los chilenos tras la ocupación, se ufanaban al salir del Perú, de haber dejado en el país un sistema de recaudación y un sistema contable-tributario para recaudar tributos, que no existía antes de la invasión y por tanto de la guerra; porque aquí no pagaban impuestos ni los poderosos, ni los amigos de los poderosos o las clases pudientes, pues todo se resolvía en función de corruptelas o de amiguismos. 

Si eso que comentamos en el texto anterior no nos marco. Si de la debacle de la Guerra con Chile no se levanto un país institucionalizado, con un concepto de nación y visión de futuro y de modernidad. Si la clase política siguió con sus excrecencias, intereses personales y mediocridad; es explicable que con el deterioro social y político que nos llevo a sufrir el embate del terrorismo. Que con el pragmatismo, el mercantilismo y el "emprendedurismo" que nos venden como receta; tengamos hoy una clase política sin líderes de solera; demagogica, efectista, mediática y mediocre, que termina gobernando el país a trancazos; quemando rápidamente la ilusión del buen gobierno; enredados en sus broncas de siempre y perdiendo la pizca de credibilidad que genera una elección.

Lo que ha destapado ODEBRECHT es simplemente un secreto a voces. La fragilidad de una clase política acorralada por sus propios demonios; ex presidentes chamuzcados por la corrupción; indicios más que razonables de un histrionico  Alejandro Toledo,  que ahora ante la falta de argumentos calla. Indicios que acusan también a  un fantoche político como Ollanta Humala, que llego a la Presidencia hablando de honestidad y que sale del poder embarrado por ser otro ratero más de los que nos han gobernado y adicionalmente a lo anterior, humillado por la imagen de "monigote de su mujer"; algo que parece que lo enorgullece.Y finalmente esta la opereta que termina con un Alan García Pérez, tratando de desmarcarse del fantasma de ladrón que lo persigue desde 1985. 


En el escenario anterior, la imagen de un hombre como Pedro Pablo Kuczynski, un tecnocrata sin mayor liderazgo -y al que lo traiciona su lengua, su falta de personalidad política y su condición de lobbysta internacional- queda magullada, cuando dice que "ODEBRECHT nos puede demandar si las denuncias son falsas", después de que como Primer Ministro y Ministro de Economía, no firmara el contrato de la InterOceanica del Sur, obra a la que se exonero del SNIP y que firmo el Ministro Sota Nadal ante su "ausencia por viaje" de PPK.  Y es tal vez por eso  que no resuelve el contrato; que no se actúa de manera radical y directa con una empresa que no solo nos ha corrompido sino que nos ha robado, al suscribirse contratos a todas luces nocivos a los intereses del Estado. 

A lo anterior hay que sumar la inconcebible falta de reacción de un Poder Judicial y un Ministerio Público que permiten que las empresas peruanas socias de ODEBRECHT y sus directivos "pasen piola"; y que la Sra. Nadine Heredia, que Alejandro Toledo y Cía salgan del país sin mayor problema, dando la impresión a la población, que la justicia lenta y falta de reflejos, solo alcanza a los pobres.

La reacción de otras sociedades frente al delito, obliga a una penosa comparación del nivel de institucionalidad, de respeto al Estado, de la dignidad como nación y el respeto al valor de lo colectivo que tenemos. La preocupación porque se caiga un sistema corrupto y mediocre que habla de "igualdad  de oportunidades" pero  que tiene groseras y grotescas ventajas y prebendas por su posición privilegiada en la estructura de poder; marca la pauta del tratamiento con pinzas de una problemática, en la que lo grave parece ser, que sea el que "te descubran"

Acabo de cumplir sesenta años. Soy orgullosamente un "joven adulto mayor" y cuando pienso en estas cosas, retumban en mi mente y en mi corazón las palabras de mi padre: "Vas a llegar a mi edad y este país va a seguir siendo el mismo".  Y yo no quiero repetirle esa frase de marras a mis hijos.


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