Es curioso que mi ultimo articulo tenga que ver con la Batalla de San Juan y Miraflores. Con la desgarradora impotencia de héroes anónimos, de gente que ofrendo su vida por el ideal de la patria; por defender con su vida y con su sangre el territorio nacional, en un contexto en el que un personaje como Nicolas de Pierola, busco en medio del conflicto mantenerse en el poder y hacer prevalecer su interés personal y su proyecto político a costa de los supremos intereses de la patria.
A lo largo de la historia, toda sociedad busca resaltar los valores de un conflicto, las muestras de heroísmo y de amor a la patria, aunque la mera verdad es que una derrota es una derrota. Que el sacrificio de Grau, de Bolognesi, de Alfonso Ugarte, no cambian la dramática realidad que significa perder una parte importante de nuestro territorio; la humillación de la ocupación de Lima y el pillaje de nuestro patrimonio cultural. Una dolorosa historia que para que no se repita, nos debe encontrar armados, preparados y con un equilibrio estratégico frente a nuestro vecino del sur.
Aunque el sectarismo y la demagogia de nuestra clase política, haga que el señor Ollanta Humala actué por la libre y no se reúna con los partidos que tienen representación en el Congreso, para informar con carácter reservado, la naturaleza, la forma y el volumen de dichas compras; los políticos insisten en hablar de paz, de integración, de "no a la compra de armas", de invertir en educación. Y lo concreto y lo real es que a quienes nos gobiernan, les interesa un país de masas ignorantes e incultas, para manipularlas, para manejarlas, para engatusarlas y engañarlas, con promesas demagógicas y efectistas, mientras hablan de "lucha contra la corrupción" y negocian desde el poder o desde las cercanías del poder el Estado como botín. Ese es el doble discurso y la doble moral de siempre.
Es en ese contexto, doloroso e indignante, ver que los restos del Mayor Luis Alberto García Rojas, el último héroe nacional de un conflicto armado como fue la Guerra con el Ecuador en el Alto Cenepa, son exhumados para ser trasladados a la Cripta de los Héroes, sin una ceremonia oficial de por medio. Sin la presencia de miembros del Poder Ejecutivo, del Congreso, ni de las Fuerzas Armadas; porque solo la viuda -que lucho con persistencia porque se reconociera el derecho de su esposo- estuvo en la exhumación. En la soledad que representa un país ganado por la frivolidad, la indiferencia y el pragmatismo. Un país que se ha olvidado lo que son los valores y los principios, porque el amor a la patria es simplemente una frase de cliche de los discursos políticos. Porque sin un concepto de nación, reconocer "oficialmente" el valor o el derecho de alguien, pasa por el cubileteo del amiguismo, de la relación, de los intereses particulares. Y lo anterior porque después de diez años de ser declarado héroe nacional, es que sus restos van a ser trasladados donde le corresponden.
El 29 de Enero de 1995, el Mayor Luis Alberto García Rojas, como piloto del helicóptero de trasporte MI-8-EP-547, se ofreció -por ser conocedor de la zona- a comandar una operación de ataque -en el lado ecuatoriano- conjuntamente con otros helicópteros MI-25 de la FAP y del Ejercito que eran blindados. El encabezar la flotilla hizo que el helicóptero fuera presa fácil de los misiles ecuatorianos que hicieron explotar la nave matando al Mayor García y a toda la tripulación. Desde esa fecha, no hay ni un solo monumento a su memoria en el país ni en su natal Chiclayo. Desde esa fecha solo hay una resolución que lo declara "héroe nacional". Y la lucha persistente de su viuda ha culminado en una indignante exhumación y un traslado que es una ofensa y un maltrato a la memoria de quienes dan la vida por la patria.