sábado, 6 de septiembre de 2014

N° 369 - ¿Y LA VISIÓN DE ESTADO?

CANDIDOS, CANDIDATOS, POLÍTICAS PÚBLICAS Y ELECCIONES MUNICIPALES:



La precaria institucionalidad, la ausencia de una cultura cívica y política, la crisis de los partidos políticos, la mercantilización de la política; y la falta de liderazgos con vocación docente y visión de estado; así como de cuadros técnico-partidarios, capaces de articular políticas públicas; se traslucen claramente en procesos electorales como el de la elección municipal del próximo 05 de Octubre, donde se presentan propuestas segmentadas, sin presupuesto, sin estudios de factibilidad. Planes de gobierno que no tienen una visión de Estado; que son improvisaciones, propuestas demagógicas o buenas intenciones, que buscan ser música celestial, para un elector que vota en función de simpatías o antipatías, de tendencias o de las candilejas de la gran prensa, que aunque hable de "independencia" siempre tiene sus preferencias.

Se dice por lo general que en las elecciones municipales se vota por "el mejor vecino"; pero esa es una realidad del mundo rural, porque hoy somos un país, con una sociedad que es mayoritariamente urbana; donde  las elecciones municipales, tienen en las ciudades, un alto componente político, por la presencia de actores políticos, que han sido parlamentarios, alcaldes; que son empresarios o dirigentes partidarios; que buscan mantener presencia, una cuota de poder o una imagen que trabajar, de cara a una candidatura congresal posterior. En esa meridiana realidad, en una ciudad como Lima, el "Gran Alcalde de Lima" termina siendo -como lo hemos dicho antes- el Presidente de la República, porque el Poder Ejecutivo toma para si, la obra más importante y significativa para la ciudad. 

En el contexto anterior, es en el medio urbano, precisamente en ciudades como Lima y sus distritos, donde se tiene que tener una propuesta articulada de ciudad; donde el candidato a la Alcaldía de Lima, tiene que tener una visión de Estado, políticas públicas, un Plan de Gobierno o un programa, que implique coordinación; coincidencias, propuestas articuladas con sus candidatos distritales, por tratarse de la gran ciudad.  De la Ciudad Capital, de la ciudad a través de la cual se proyecta al mundo la realidad política, económica y cultural del país; ciudad que de alguna manera marca -a pesar del crecimiento económico- nuestro sub desarrollo y nuestras taras coloniales; al girar el control de las actividades internas, en una sola ciudad. 

Y la verdad es que en ésta elección municipal, cada quien va por su lado. Los candidatos Metropolitanos tienen una propuesta, los distritales del mismo partido otra; y no hay un eje conductual y programático, en la perspectiva de materializar objetivos comunes, políticas públicas: Tener en suma, una visión de Estado; normas, respuestas colectivas por sectores, acciones coordinadas y concretas que sumen, no desde la perspectiva individual, electoral y clientelista, sino en beneficio de la sociedad, buscando el bien común; la proyección de un concepto de ciudad para el futuro.

Si hay una reforma del transporte, esta tiene que forzar a los distritos por donde pasa la vía a adecuarse a ella, a acompañarla,a trabajar en mitigar el impacto de una necesidad que tiene que perfeccionarse en el tiempo. Si hay una gran renovación urbana, un boom inmobiliario, le toca al alcalde distrital medir igualmente el impacto, reorganizar la vialidad, ponerle techo y parámetros al desarrollo demográfico y no verlo únicamente desde la perspectiva económica.  De cara al Bicentenario de la Independencia Nacional, necesitamos urgente contar con un trasporte masivo para los próximos cincuenta años; pero ya. Y eso implica decisión política, planificación y gasto público. 

No se puede por clientelismo, implementar políticas de salud distritales, que no sirven para mucho, cuando complementar las políticas públicas de atención de salud y mejorarla es cumplir el objetivo del Estado del que las municipalidades son parte. Si somos un país de corruptelas y raterías habrá que cautelar los dineros públicos, poner altas penas para los corruptos, pero no podemos ser timoratos en enfrentar el problema e impulsar el desarrollo a paso de tortuga.  Y aquí es necesario pasar del Planeamiento Estratégico; ese de la visión-misión, que ya es arcaico y desfasado; al Pensamiento-Estratégico, que implica una valoración del futuro y no solo de una realidad actual que termina desbordada por el corto y mediano plazo. 

Y lo concreto y lo real, es que en estas elecciones municipales como en las anteriores, lo que encontramos, es una incapacidad para entender que un municipio es una realidad local con características específicas, pero es a la vez parte de un todo. Lo que significa desde un municipio distrital entender el boom de la construcción, el crecimiento demográfico y sus consecuencias, en dos dimensiones. Lo que tenemos en la parrilla de la oferta electoral; son folclóricas propuestas que en Lima Metropolitana, van desde generalizaciones con algo de lógica, hasta la wachimanización de la seguridad, pasando por la creación de banca municipal  o una propuesta tecnológica sin financiamiento. 

Los planteamientos por sus diferencias  marcadas entre los candidatos metropolitanos y los candidatos distritales de los propios partidos; por su partitura propia, dejan ver la improvisación, el mesianismo o el ingenio electoral de nuestra política; que ignora la necesidad y la obligación de partir o   contar en su propuesta programática, con la estructura del estado, con la institucionalidad de la policía, con la infraestructura de los servicios de salud nacionales; porque el principal compromiso con el pueblo es la obligatoriedad de cumplir objetivos nacionales, de estructurar políticas públicas de corto, mediano y largo plazo; de trabajar con cifras y realidades presupuestales. Pero lo que hay, lo que tenemos, lo que  importa en estos días es promocionar candidaturas de la foto y del afiche; lo que interesa es el poder. Lo demás -la posibilidad de mantenerse en el- tiene que ver con el presupuesto del distrito, con la presión y el grado de organización  y cultura política de la comunidad, a fin de percibir si las relaciones entre el mandatario y el vecino son de carácter político-clientelar; o como en el medio rural, del tipo caciquista-clientelar.

De los candidatos a la Alcaldía de Lima y sobre todo en los predios distritales, son contados los candidatos que han presentado una propuesta orgánica con visión de estado, con políticas públicas definidas. A diferencia de antaño; esa perversa norma que obliga a postular en función de géneros o edades y no de capacidades, permite que no solo abunden "candidatos hueso" , sino gente sin experiencia, personajes con prontuario, en medio de una legislación que deja de lado la ética política y la moral  pública; sobre todo en partidos que participan porque tienen el membrete y hay que participar en la elección, aunque no tengan candidato ni propuestas. Le toca al ciudadano no votar con candidez, votar por propuestas serias, articuladas, pensando en la moral pública y la ética política. Algo difícil...pero no imposible.


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