domingo, 14 de septiembre de 2014

N° 370 - EL EXPEDIENTE PRADO

VÍCTOR ANDRÉS GARCÍA BELAUNDE:



Después de ver en diversas entrevistas un Vitocho García Belaunde malhumorado ante algunas reacciones no muy favorables a su libro, pidiendo que "Lean el Expediente Prado....que tiene 600 páginas antes de criticarlo". Lo primero que tengo que decir, con algo de retraso después de hacerlo; es que estamos indudablemente ante un buen libro, un libro que merecía una mejor caratula. Una caratula más formal, más sobria, más solemne y no la caratula de libro escolar que le encajo el Fondo Editorial de la Universidad San Martín de Porres. Un fondo editorial, que al igual que los creados o por crearse, de las diversas universidades que hoy proliferan en el país, deberían no solo ser más activas con la imprenta, sino poner el libro a precios accesibles al lector. Y lo anterior, porque el libro de Vitocho se vende a Ochenta y Cinco Nuevos Soles (S/.85.00) que es un precio alto para un libro, en un país donde la gente no lee; lo que ha dado pie a que ya este en las calles, una edición pirata; que no tiene la calidad de papel ni el formato de la edición original, pero que se vende a Veinticinco Nuevos Soles (S/. 25.00)

"El Expediente Prado", es  un libro que ha implicado indudablemente, un gran trabajo de investigación, en diversas ciudades y archivos; y por un  equipo multidisciplinario. Un libro que deja en claro, en principio, que ha sido escrito por un político y no por un historiador o un intelectual. Y digo lo anterior, porque un historiador o un intelectual, lo primero que hubiera hecho, es agradecer a su equipo de investigación en las portadas de las páginas iniciales. Pero García Belaunde, fiel a ese precepto de que el político "Se tiene que ganar  todas las Avemarías", resaltando "su labor investigadora", agradece a su equipo de investigación, en un texto que se pierde en medio de la Introducción y donde a sus asesores parlamentarios, los consigna inclusive hasta con su solo apellido paterno.

En principio, creo que el libro de García Belaunde, siendo un buen libro -un libro que muestra abundante información sobre un personaje y una época de la historia del Perú que tiene una leyenda negra propia de la controvertida conducta de personaje y de la participación  de los hijos en la política. Uno de los cuales llego a ser Presidente de la República- desde nuestro punto de vista, no llega a probar que Mariano Ignacio Prado fue un traidor, aunque ese haya sido el objetivo principal del libro. Su mérito, el mérito de "El Expediente Prado", esta en demostrar el oportunismo, el doble discurso, la falta de escrúpulos, la frivolidad y la doble moral de la clase política peruana -de la que García Belaunde forma parte- que tiene actividad pública y a la vez defiende intereses personales o de grupo. 

Algo de lo anterior se ve por ejemplo, en personajes como Guillermo Billingursth, ex Presidente del Perú, nacido en Arica,  con negocios salitreros en Tarapacá, que murió en Iquique en 1915 y que como Ministro Plenipotenciario del Presidente Leguia, firma el Prolocolo Billingursth-La Torre de 1898, sobre el Plebiscito de Tacna y Arica; plebiscito que era lesivo para los intereses peruanos y que finalmente por ese hecho no se materializo. Esa doble moral la vemos actualmente,  con el Ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga, al que la oposición en el Congreso pretende censurar; pero que el Presidente de la República defiende tan cándida y candorosamente. 

García Belaunde le enrostra a Prado su origen humilde y el oportunismo de un matrimonio que le dio dinero y relaciones, algo común en la vida diaria y sobre todo en la política peruana, donde no es novedad que políticos aventureros, terminen casados con  miembros de familias que representan el poder económico en el Perú; administrando los bienes de la familia del consorte e impulsando a través de ese maridaje su carrera política.  Criticando el hecho de que Prado recibiera el grado de General del Ejercito de Chile y un sueldo de dicho gobierno de Tres Mil Cuatrocientos Pesos. (3,400.00) por su participación en la Guerra con España; lo que no dice García Belaunde, es que Prado renuncio  tanto a la condición de "generalísimo"  como al estipendio al comenzar  la guerra.

Es indudable que Mariano Ignacio Prado cometió un error al irse del país. Que su viaje fue censurable, que ese error y la falta de liderazgo para manejar un país convulsionado por la guerra y por las ambiciones y los intereses personales, significaron que tan pronto dejara el país, Pierola se hiciera con el poder, lo difamara, lo indispusiera políticamente e impidiera su regreso. Pero el libro de García Belaunde aunque él diga que "desentraña la verdad y hace ver exactamente lo que sucedió"  no convence al lector algo informado de que Prado fue un felón. Lo que prueba el libro de Vitocho, es la frivolidad de la clase política peruana, cuyos miembros -desde los más connotados a los ilustres desconocidos- "defienden" por un lado al país, mientras por el otro, patrocinan tal vez con igual o mayor pasión sus intereses personales o los intereses de terceros.Y lo más grave es que  no ven conflicto, in conducta o falta ética en ello y por eso a "la repartija" se le llama "acuerdo político"

Que en una época en la que no se tenían ni las comunicaciones, ni la cultura ético-política de hoy, Prado por  decencia haya debido vender sus intereses en Chile iniciado el conflicto, es materia de análisis a partir de la realidad de la época y de la idiosincrasia del político peruano, tan proclive a defender sus intereses. Que después de la Guerra haya mantenido Prado sus negocios y sus relaciones con los chilenos; forma parte de la manera de ser y entender la política, la diferencia y semejanza entre lo público y lo privado de quienes tienen cuotas de poder. La conducta de gente que hoy llega al Congreso y simula al asumir el cargo, transferir acciones de sus empresas, para seguir negociando con el Estado y utilizando a sus empleados pagados por el Congreso como tramitadores, como es el caso del Congresista Jhon Reynaga.

Como bien dice en el prologo la la notable historiadora Carmen Mac Evoy -cuyo libro "Guerreros Civilizadores" si es que lo encuentran en librerías recomiendo en su lectura- por un  lado, la política y el poder, siempre han servido en el Perú para enriquecerse. Y por otro lado, consignando ese igualmente memorable libro del fallecido historiador Alfonso Quiroz, "Historia de la Corrupción en el Perú" , queda claro que el poder en el Perú, siempre ha sido un gran negocio. En ese contexto, queda claro igualmente, que con Pierola en el poder, en la guerra no nos fue mejor, porque igualmente, aunque esa es otra historia, Pierola nunca dio cuenta de los dineros gastados. 

Prado mantuvo a través de su con cuñado, Carlos Von De Heyde sus negocios en el sur, tenía un banco  y minas de carbón en Chile; aunque no era como dice Vitocho "el primer vendedor de carbón de la armada chilena", porque los barcos mapochos usaban carbón ingles que tenía una mejor combustión. En el "Diccionario Biográfico de Extranjeros en Chile", publicado por Pedro Pablo Figueroa  en 1885 y en en libro "Sesiones Secretas del Senado de Chile durante la Guerra del Pacífico", se consigna a un Prado que si bien busco evitar la guerra, envía clandestinamente armas a Bolivia  y tiene un accionar que no es visto como pro chileno  por los propios chilenos. Hay en el libro una cita de Figueroa, en la que no se consigna la fuente y por la que el autor sataniza a Prado, por la sola descripción física que Figueroa  hace de éste.

Con relación a los buques que se compraron durante la Guerra, el  Diógenes y el Sócrates, la información que da García Belaunde no es la correcta. Los buques fueron retenidos en Inglaterra donde deberían ser artillados, aduciendo neutralidad. El Diógenes fue embargado por los tenedores de bonos y por gastos portuarios; y el  Sócrates de 1790 toneladas, 77.90 metros de largo, 10.10 metros de ancho, 14 nudos de velocidad  y cuatro cañones de 152 mm y dos ametralladores, llego al Perú en 1889 y bautizado como Crucero Lima, presto servicios hasta 1950 cuando fue dado de baja.

Al final García Belaunde, que es un político, escribe sobre el polémico Prado con la misma "pasión" y "objetividad" con la que hace unos días critico y pretendió indisponer ante la opinión pública, la honorabilidad y las calidades profesionales del ex Ministro de Economía, y Presidente de la Asociación de AFPs, Luis "El Mago" Valdiviezo, apelativo que recibe por ser éste, hijo del histórico portero peruano de Alianza Lima; personaje a quien Vitocho le ha disparado barro con ventilador, en su intención de criticar el papel de las citadas instituciones en el negocio de la jubilación. En muchos casos la predisposición negativa del político, su facilismo para la acusación sin pruebas y sin mucha lógica, le quitan objetividad a la abundancia de datos, que pudieran haber sido analizados con una mayor profundidad y rigor científico.

 Que el libro nos acerca al personaje, aunque sus conclusiones sen polémicas y en algunos casos no tengan -como se ha dicho líneas arriba- mucha lógica ni rigor histórico; es cierto. Si Prado hubiera sido un traidor, un ladrón y un cobarde; Don Andrés Avelino Cáceres, máximo héroe vivo de la Guerra con Chile, como Presidente del Perú, no le hubiera enviado en 1887 a su Vice Presidente Morales Bermudez a recibirlo; ni lo hubiera visitado él mismo en su casa del Jr. Cuzco. Prado no fue juzgado ni repudiado por la población a su regreso al país, sus títulos y honores le fueron repuestos y se quedo a vivir algunos años en el Perú antes de partir a París donde murió en Mayo de 1901. Por otro lado, si Prado y Cía se hubieran apropiado de los fondos públicos de la Gran Colecta Nacional, ni el Ministro de Hacienda, Don José María Quimper (abuelo del Dr. José Quimper, el Don Bieto del faenón) ni Julio Plucker, respetado minero de la época; quienes llevaron los fondos a Europa; hubieran sido absueltos después de ser juzgados. 

Desde nuestro modesto punto de vista; Prado es la expresión del voluntarismo y el oportunismo de la política peruana, del complejo mesiánico y adánico que rodea al poder, al creer que solo él, iba a solucionar el problema que representaba el impedimento de los agentes peruanos en Europa para comprar armas. Mariano Ignacio Prado -y ese es el gran valor del libro de García Belaunde- nos muestra, que tanto ayer como hoy, nuestra clase política no puede identificar la diferencia entre lo púbico y lo privado. Y terminan jugando a dos cachetes, frente a un pueblo sin memoria y sin cultura cívico política. Vitocho García Belaunde, marca con su libro, el porque es una de las figuras más importantes, de una clase política intelectualmente pobre. Y justifica finalmente -en algo- con su obra, las numerosas ausencias del Congreso, que la Mafia de Orellana y sus críticos le reprochan.  




1 comentario:

  1. Excelente nota. Si, pz, este asunto de Prado ya se ventiló muchas veces, se mitificó, se desmitificó, se absolvió, se volvió a condenar... Por eso no me atrajo mucho este escrito del Vitocho.

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