EL AMOR DE BORGES:
Debo reconocer que ésta inquietud por escribir sobre María Kodama, nace de la necesidad de reivindicarla ante mis propios demonios, porque cuando se casó con Borges en 1986, poco antes de morir éste, pensé que era un matrimonio por interés, que ella era una oportunista. No conocía su altura intelectual, dudaba que era verdad el gran amor que le tuvo a Borges y que Borges le tuvo a ella. Y a pesar de escribir en ese entonces sobre literatura latinoamericana en el Diario "El Universal" de México, ignore deliberadamente el matrimonio. Hace un par de días, viendo una entrevista de Borges me pareció éste, un tema más interesante, que escribir sobre política o sobre la crisis de ACCIÓN POPULAR que me está rondando en la cabeza.
Eran tiempos en los que por lo menos tres veces a la semana, iba al aeropuerto de Ciudad de México, a pedirle a algún peruano que regresaba a Lima, que llevara mis artículos para que los leyera la Maricucha, mi madre. En ese entonces, no había la tecnología de hoy en día, en la que hasta se puede ligar por internet -tal vez es la única razón por la que me hubiera gustado nacer treinta años despues- y es recién cuando jubilo a "Lulú", mi vieja y querida máquina de escribir -que este año cumple 68 años y que ya descansa merecidamente adornando mi sala- que entró a la modernidad del Internet y me informo del tema. Que conociendo la historia, me volvió a resultar polémica y aunque con algo de retraso pago mi deuda con la viuda de Borges escribiendo sobre ella.
Maria Kodama, nació en Buenos Aires en 1938, conoció a Borges cuando ella tenía 16 años y era estudiante de literatura. Borges le llevaba 38 años,él se casó a los 68 con Elsa Astete, antes había tenido amores con algunas escritoras argentinas de su época, pero fueron amores pasajeros. Ella, la Kodama, era hija de padre japonés y de madre de ascendencia alemana. Cuando se conocieron comenzaron a estudiar lenguas anglosajonas y Borges que iba perdiendo progresivamente la vista, comenzó a perder la cabeza por su joven compañera de estudios, quien se dedicó en cuerpo y alma a ser los ojos de Borges, fue su asistente en lo personal y en lo literario. A despecho de la diferencia de edades, Kodama creo que realmente se terminó enamorando de Borges, aunque dormían en camas separadas, fue un amor que reprodujo la protección que la madre de Borges le tuvo al escritor, no tengo la certeza, si confundió el amor con la admiración al intelectual o al deslumbramiento de su prestigio, pero fue amor. Un amor especial.
Hay grandes amores en la vida de los seres humanos, sentimientos incomprensibles, a veces dolorosos, amores extraños, amores que nunca llegan a puerto. Al final consagrada a Borges, en la vida y despues de su muerte, este fue un amor con características muy especiales dada la parquedad de los personajes. Que en su momento mereció duras e injustificadas críticas a María Kodama, que solo su apostolado frente a la preservación de la obra de Borges supo vencer, en medio de la polémica y las infidencias de Bioy Casares, a quien María Kodama llamó traidor.
Ella nunca quiso casarse con Borges. Borges hombre de una educación conservadora lo sintió como una necesidad antes de morir y finalmente se impuso. Como impuso su voluntad de no morir en Buenos Aires. Una anécdota muy singular, es como se produjo la compra de la casa del barrio de La Recoleta donde está la Casa de la Fundación de Borges. En esa casa Borges escribió "Las Ruinas Circulares" un cuento que le impresionó a Maria Kodama cuando tenía 10 años. Regresando de un viaje, ella pasa por la casa que estaba en venta y como quería ver el jardín que retrataba el cuento que más le gustaba de Borges, llamó al teléfono y pidió ver el jardín. Fue honesta en decir que "no quería comprar la casa solo ver el jardín". La mujer que la atendió, en medio de la conversación le dice que le tire una cifra si desea comprarla. Ella busco saber cuando podía sacar por el departamento de Borges y cuanto le darian por una hipoteca de su departamento. Cuando va un poco avergonzaba porque la suma que iba a ofrecer era nada para el verdadero valor de la casa; la señora le dijo que sí. Que los dueños de la casa eran admiradores de Borges y cuando él iba a Europa lo seguían.
No está demás decir que Borges era un enamorado de los gatos. Como lo fue Cortazar. Decía que los gatos son buenos compañeros, que cuando él estaba solo su minino se echaba a dormir a su lado y él percibía su presencia como la de un dios que lo protege. María Kodama, la escritora, profesora y filósofa bonaerense, nunca publicó en vida de Borges un libro de su autoría, porque él quería hacer el prólogo y ella se negaba a ello. Al final aquí hay amor insisto, difícil entender para algunos, parece que poco físico, pero amor al fin. Y lo más importante es que con disciplina oriental de sus ancestros, María Kodama dejó ordenada las cosas para que despues de su muerte, se preserve la obra de Borges, quien sabe hasta el fin de los tiempos.