MIS 62 AÑOS Y MI PAÍS:
Voy a cumplir sesentaidos años en algunos minutos más. Mis gatos montan guardia encima de los expedientes; como todas las noches apoltronados en la comodidad de la oficina que instale en mi casa y que me permitió ver crecer a los hijos de mi mujer, tenerlos cerca, compartir los pequeños detalles de sus vidas -en honor a la verdad los hijos de mi mujer también son mis hijos pero como digo siempre, prefiero verlos como mis compañeros de viaje. En ese pequeño mundo que resume mi libertad y el transcurrir de mis días como un hombre libre y feliz, escribo como años atrás.Yo diría que como siempre; porque hasta hoy he hecho y he dicho lo que me ha dado la gana; y porque en mi habita un deseo de comunicación constante que hoy anuda rápidamente palabras para expresar lo que siento.
Ya no hay como antes un cigarro entre las manos, ni los rumos de colillas, ni esta la "Lulú", mi querida máquina de escribir HALDA de 1957 que hoy es una pieza de mi museo personal. De ese museo que espero que conserven e incrementen mis nietos o mis bisnietos -esos bisnietos que de seguro no voy a conocer- aunque eso es una ilusión, porque lo más probable es que con el tiempo, alguna de mis chucherías que datan de 1879 o esa moneda española de 1567, solucionen el problema económico de algunos de esos cabrones. Ya no hay finalmente, esas amanecidas de antología, donde uno la seguía de largo gracias a un café. Hoy una acostada a las tres de la mañana implica que a uno le duela todo y que me quede privado a las seis de la tarde. Es la vida y son los años.
Soy consciente que he entrado al ultimo tercio de mi vida, que he cambiado la muleta por el estoque. Que tengo que tener como siempre, los pies bien puestos sobre la arena. Que voy a hacerlo con alegría; citando a "La Calaca" desde los medios. Que nunca me voy a aquerenciar en las tablas, porque cuando tenía 20 años me jure no ser "bombero" a los sesenta. Y no ser bombero es entre otras cosas, pensar en el futuro cuando uno ya no este; indignarse por lo que pasa en el país. Por reaccionar al ver que en éste jaloneo entre Martín Vizcarra y el Congreso, lo que se desnuda es la inmadurez, la demagogia, el oportunismo y la falta de sentido de la responsabilidad y de la autoridad que representa el ejercicio del poder por parte de nuestra clase política.
Nadie puede dudar de la ausencia del Estado en el Perú, de la falta de institucionalidad, de la carencia de partidos políticos; del desprestigio de la política y de los políticos. Y en ese escenario el Presidente Vizcarra aprovechándose de la ignorancia del pueblo, pretende vender una reforma que no es sino una estrategia de posicionamiento para ganar espacio y réditos políticos, en función de cuatro leyes mal hechas que terminan convertidas en políticas de Estado, en un contexto donde se hace añicos la normatividad, porque se convoca a una legislatura extraordinaria en medio de una legislatura ordinaria y porque se petardea el procedimiento del referéndum, sacándolo de contexto, frente a un Congreso que acorralado políticamente y por "chambismo" termina dando una "confianza" forzada, claudicando ante la posibilidad de un cierre que reedite el del fujimorismo de los noventa. Lo que implicaría la ironía de la política peruana; que cierren y boten hoy a los que botaron y cerraron el Congreso ayer.
Una política de Estado es mucho más que una ley, es el desarrollo de estrategias, de conceptos en el tiempo, en función de parámetros y variables de diverso tipo; es ir evaluando resultados. Con más de treintaitres años de ejercicio como modesto abogado del pueblo, se que la elección de los magistrados no va a solucionar el problema de la administración de justicia en el Perú, que permite que el Estado litigue sin costos ni costas, cuando todos debemos ser iguales ante la ley; que la justicia en el Perú no permite resarcimientos por errores judiciales ni nulidades por malas asesorías donde así como un mal médico te puede matar, un mal abogado te puede hacer perder tu patrimonio, en un país donde cualquier burro es "Doctor". La administración de justicia basada en el elemento humano obliga a buscar gente capaz, pero también gente idónea, con valores éticos, con principios y sensibilidad social.
En el contexto anterior, Martín Vizcarra y su socio César Villanueva están apostando por la demagogia barata al poner al país a aprobar la no reelección de congresistas a sabiendas de lo nocivo que va a ser para el país. De que la gente no quiere una reelección que es necesaria. La labor parlamentaria requiere experiencia, conocimiento, es una verdad sabida que los porcentajes de reelección son pobres por el bajo nivel de los políticos, al no haber partidos y haberse mercantilizado la política, quedarnos sin lo poco rescatable o sin la gente más experimentada, es pernicioso para la democracia. Encima quieren forzar la alternancia de genero, es decir imponer candidaturas en función de sexo y no de capacidad. En la dirección anterior, la bicameralidad que es parte de la tradición histórica y parlamentaria del Perú, también va a ser puesta bajo la horca caudina, de un pueblo indignado y que repudia a su clase política. Al final quieren sacar un Senado sin mayor representación, sin mayor gasto para que el populacho no reclame y el resultado va a ser el mismo. Una caricaturización de la institucionalidad, de la democracia. Una democracia plebiscitaria.
En este escenario Martín Vizcarra se equivoco de frase, es cierto que "no hay vencedores ni vencidos", el problema es que nadie tampoco gana.....Pierde el Perú; él obtiene una pírrica victoria que se va a diluir porque Vizcarra no tiene nivel de estadista, porque el envalentonamiento le va a durar poco, al no tener criterio político, ni asesores y pensar que seguir lo que dice, piensa o quiere a pie y juntillas el pueblo le va a servir para "hacer un buen gobierno". Un país diferente requiere voluntad política, formar ciudadanos y ciudadanía., educación y cultura para las mayorías; docencia política y predicar con el ejemplo. Una a vez más en el Perú algo cambia para que todo siga igual....Espero que a mi no me cambien los años....ni los bríos, ni el humor ni el carácter.