
A partir de lo anteriormente expuesto, dejando constancia de que soy un belaundista convicto y confeso y que milito en lo que se pretende todavía identificar como el partido de Fernando Belaunde, aunque este no lo sea ya ni por asomo, porque en una democracia sin partidos políticos, este es hoy, en medio de su mediocridad y de su pugna por el poder para satisfacer intereses personales, una franquicia o una plataforma política; el partido de "Vitocho" García Belaunde, de Raul Diez Canseco, de Mesías Guevara y del "congresista" Edmundo Del Águila, que tiene "el nivel, la intelectualidad, el liderazgo y la capacidad política", de quienes llegan al Congrezoo, porque "Papi" es parte de la cúpula y fue Presidente del partido. Una versión criolla y churrigueresca de Kenyi Fujimori con lampa, con un padre sin la notoriedad del padre del buen Kenyi y sin los colores ni sabores naranjas que dominan la escena política.
Carlos Melendez es un hombre joven; tengo la impresión de que su percepción de Belaunde y de su gobierno es de gabinete y estoy convencido de que quienes ya tenemos algunos almanaques encima, podemos dar fe -que con sus errores y sus defectos- líderes como Fernando Belaunde, Haya de la Torre, Luis Bedoya, Carlos Malpica, Luis Alberto Sanchez, Roberto Ramírez del Villar, Ernesto Alayza Grundy y Jorge Del Prado, por citar gente de esa generación y no irme más atrás en el tiempo y mencionar políticos de solera, como José Matias Manzanilla o Bartolome Herrera, pertenecen a una especie de políticos extinguida en el Perú. Estos señores y entre ellos esta Fernando Belaunde, no tienen punto de comparación, con los "líderes" de hoy; efectistas, demagogos, histrionicos, figurettis, sin ubicuidad, manejo, personalidad, ni cultura política. Gente sin credibilidad y que no despierta la ilusión de la política, que es el fondo un acto de fe. La crisis es tan grande que un Salón del Congrezoo se llama Carlos Torres y Torres Lara y este señor no hizo nada más notable que presidir el Congrezoo, morir de cáncer siendo congresista y trinquetear para la tramposa reelección de Alberto Fujimori.
A diferencia de los héroes y de los santos, los líderes políticos, los caudillos; no son elementos de unión sino de división. El cavernicolismo político hace que la polarización y el conflicto sean parte de la agenda nacional y que su figura siempre éste menoscaba dentro de su espacio y tiempo histórico. Hombres de carne y hueso, los gobernantes también se equivocan. El problema es que no vengan a aprender al gobierno, que no se equivoquen mucho porque terminan perjudicando al país. Tal como sucedió con Humala -el último oportunista que nos ha gobernado- y que ante su manifiesta incapacidad delegaba decisiones de Estado en su mujer. En honor a la verdad, independientemente del contexto y de las variables de diverso tipo entre las que se desarrollo, el de Belaunde, no fue un gobierno desastroso, ni corrupto, ni se le puede criticar por no tener una dirección determinada. Belaunde fue un líder y un caudillo político en el real concepto y en la verdadera dimensión de la palabra.
El arte de gobernar tiene que ver con tomar decisiones, con saber delegar o monitorear y respetar la ley. Belaunde tuvo errores, eso es innegable. Para mi gusto, le tuvo mucho respeto a los militares, entendió equivocadamente su segundo gobierno como un gobierno de transición; no realizo las reformas económicas que debio hacer y que finalmente hizo Fujimori; y se equivoco al militarizar la lucha anti subversiva y no aplicar la "Guerra de baja Intensidad" con las huestes senderistas y del MRTA, algo que tampoco acepto Alan García y por la que si se la jugo Fujimori. Pero más allá de sus errores y sus pasivos, Belaunde es un hombre que puede exhibir un gobierno constructor y visionario, un ejercicio honesto del poder y un juicio de la historia que lo deja bien parado. En esa dimensión, FBT merece respeto como estadista, como político, como gobernante y como hombre de Estado que ejerció el poder con responsabilidad dentro de las dificultades que le toco vivir. Creo por todo lo anterior que Meléndez se equivoca al seguir apreciaciones antojadizas y sin sustento de Aldo Mariategui. No caben comparaciones entre Belaunde y PPK, porque a todo gobierno o a todo gobernante hay que juzgarlo en función del contexto histórico; de la coyuntura económica interna y externa que le toca experimentar y dentro del marco y las peculiaridades de la realidad política en medio de la que tiene que gobernar.
En el caso de segundo gobierno de Belaunde -cuyo primer gobierno marcado por el reformismo democrático fue a mi criterio mucho mejor que el primero- la crisis económica internacional, la recesión, la baja de las exportaciones y la caída de los precios internacionales, le pasaron la factura con la que recibió un país que no había crecido entre 1975 y 1980. Y es en esa experiencia, que trato de dejar a su sucesor un mejor panorama económico con el que se iniciara el periodo 1985 - 1990.
Es falso que el segundo Belaundismo hablara de "un gabinete de lujo" o tuviera un discurso en ese sentido. La caricaturización de la izquierda opositora de un presidente "en las nubes", a la luz de la historia y de los gobernantes que vinieron después, resulta simplemente eso, una caricaturización política. Belaunde fue un gobernante prudente, conservador hasta cierto punto si, pero no un hombre incapaz, sin personalidad política, ni valores democráticos. La crisis de popularidad de su gestión, se dio por la crisis económica, por situaciones propias de un gobierno jaqueado por el terrorismo y que busco combatirlo dentro del marco de la constitución y de la ley sin entender a cabalidad el fenómeno subversivo.Pero esa crisis nunca significo que la democracia estuviera en riesgo o que Belaunde se viera amenazado por terminar su periodo antes del 28 de Julio de 1985.
Algo que hay que resaltar en Fernando Belaunde es su capacidad de reacción política y su liderazgo. Esa capacidad de reacción política es la que le hizo estar en el día en la tomada "Falsa Paquisha" o dirigiendo las obras de reconstrucción en su condición de arquitecto en medio del Fenómeno del Niño de 1983. Carlos Meléndez parece que no se ha detenido a revisar bibliográfica y datos de la época. El gobierno de Belaunde recaudo trescientos cuarenta mil millones de soles en bonos de reconstrucción, en 1985, se avanzo en un 60% el desarrollo de las obras al terminar su gestión y todo esto en medio del natural malestar de las poblaciones por la inmediata solución de los problemas y por un mal endémico del país: La falta de técnicos calificados.
Es un absurdo decir que Belaunde no proyectaba una imagen de confianza como gobernante. Es absurdo comparar a Kuczynski con Belaunde, son dos personajes diferentes, en momentos históricos diferentes, con realidades sociales, económicas y políticas diferentes. PPK es un técnico calificado que no tiene cintura política, ni partido ni aparentemente gente que lo asesore. Un gobernante que responderá ante la historia y ante el país por su gestión.
En esa dirección es populista, mala leche y demagogico no reconocer que el gobierno esta dando su mejor esfuerzo por solucionar los efectos de los fenómenos naturales y que siempre todo esfuerzo va a ser mínimo frente a la impaciencia popular. Un artículo buscando comparaciones subjetivas, especulando con realidades y personajes de hoy en situaciones diferentes, no tiene sentido ni valor. Es como algunos ignorantones, oportunistas y despistados que en ACCIÓN POPULAR, creen que Barnechea es Belaunde, con su 7% de votos -sin Acuña y sin Guzmán- con su rollo demagogico del "Estado de bienestar" en un país con un alto grado de corrupción y sin institucionalidad o con ese "fierrazo en la espalda" de que "él puede hacer en cinco años lo que se puede hacer en veinte". Fernando Belaunde con sus errores y sus defectos es Fernando Belaunde.
En esa dirección es populista, mala leche y demagogico no reconocer que el gobierno esta dando su mejor esfuerzo por solucionar los efectos de los fenómenos naturales y que siempre todo esfuerzo va a ser mínimo frente a la impaciencia popular. Un artículo buscando comparaciones subjetivas, especulando con realidades y personajes de hoy en situaciones diferentes, no tiene sentido ni valor. Es como algunos ignorantones, oportunistas y despistados que en ACCIÓN POPULAR, creen que Barnechea es Belaunde, con su 7% de votos -sin Acuña y sin Guzmán- con su rollo demagogico del "Estado de bienestar" en un país con un alto grado de corrupción y sin institucionalidad o con ese "fierrazo en la espalda" de que "él puede hacer en cinco años lo que se puede hacer en veinte". Fernando Belaunde con sus errores y sus defectos es Fernando Belaunde.