viernes, 25 de diciembre de 2015

N° 413 - LA NOCHE BUENA EN LA ÉPOCA COLONIAL

FELIZ NAVIDAD PARA TODOS:



Creo a estas alturas  de mi vida, que la navidad, es de alguna manera, efectivamente, una fiesta de unión familiar, de amor. Una fiesta en la que lo que se percibe claramente, es nuestra influencia occidental y fundamentalmente de modelos y estereotipos norteamericanos. El país que probablemente reciba una gran cantidad de peruanos, cuando se suspenda el ingreso con visado; una prerrogativa que no creo que dure mucho, cuando los primeros peruanos que cumplan el "sueño americano",  sean nuestros muy profesionales amigos de lo ajeno, nuestros cacos.

 Nosotros para celebrar la navidad, en una época de calor, fabricamos en nuestros hogares un invierno estival y recreamos en nuestros hogares, la nieve, el árbol de pino y un Santa Claus  o Papa Noel ingresando por casi inexistentes chimeneas. La celebración incluye obligadamente, una  frugal cena, con chocolate caliente, panetón y el pavo como un hábito de consumo, que importamos de la fiesta de Acción de Gracias norteamericana. La navidad es, sin lugar a dudas, una muestra como hemos ido perdiendo nuestras raíces, nuestras costumbres mestizas. Y digo ésto, porque en la Colonia, la celebración de la navidad era totalmente diferente.

Para comenzar, en España antes del descubrimiento de América y durante la Colonia, se comía  un asado o un adobo de cerdo o de res, que se acompañaba con sidra o aguardiente. Una costumbre de origen árabe, porque fueron ellos, los moriscos los que introdujeron en la península el uso del vinagre y el consumo de la "comida ácida" . Es recién a inicios del Siglo XVI, que el pavo americano, llamado pavo americano o guajolote en México, es llevado a España y desde allí pasa a Sud America, pero no para ser consumido masivamente como plato central de la festividad. En el Perú, es durante el gobierno de Leguia que se comienza a difundir el consumo de pavo en la navidad, tal vez por el inicio de la influencia norteamericana en nuestra economía y en nuestra vida cotidiana. 

En la  época colonial, la  navidad era básicamente una celebración circunscrita al día 24 de Diciembre e incluía una verdadera fiesta de "Colaciones" un nombre que escuche en mi niñez por los años sesentas -nombre que ya se ha perdido en el imaginario popular- y que era una fiesta de dulces, panes, mazapán y frutas en almíbar. Aquí es bueno anotar una deformación del vulgo. En la época colonial había un hombre caritativo, de dinero,  de apellido Barchillón, que en la Navidad repartía en barrios, hospitales y plazas, alimentos y chicha morada a la gente pobre. Su apellido se inmortalizo en el lenguaje popular como "barchilón" que es como llamamos comúnmente hoy en día a los auxiliares de los hospitales, a los que pasaban el papagayo o el basin a los enfermos. El día 24 de Diciembre el Virrey hacía de Alan García y después de escuchar a los presos los indultaba, sin Chigueles o Pastores de  por medio.

En la Colonia nuestros tradicionales pesebres fueron introducidos por los curas franciscanos, porque fue San Francisco de Asís el que creo esa manera de inmortalizar en figuritas el nacimiento de Jesús. Fueron también los franciscanos. los que introdujeron las piñatas en los Virreynatos de México y Perú. La costumbre, que se ha afincado más en México que en el Perú, tiene su origen en China, de donde Marco Polo la llevo a Europa. 

Una costumbre virreynal que definitivamente hemos perdido pero que se conserva en México, son Las Posadas, festividades previas a la Noche Buena -entre el 16 y 23 de Diciembre- que recrean la búsqueda de San Jose y la Virgen por la búsqueda del lugar donde va a nacer Jesús. Las posadas en esa época eran misas en los atrios de las iglesias, donde se rezaba el rosario y se representaban escenas de navidad, en medio de bengalas, villancicos y piñatas. En México las Posadas -con piñata incluida- son todo un acontecimiento y en esos días me causaba gracia, ver a la gente en el Metro del DF, con la cabeza llena de pica-pica regresando a casa de una posada, tras pasear las imagenes de la Virgen y San Jose buscando cobijo para que nazca el niño.

Y por último, para no detenerme en lo histórico; decía yo que la navidad es una fiesta de unión familiar, de amor. Pero creo que es también una fiesta para celebrar la vida. El sentido que esta tiene más allá de nuestras creencias religiosas; porque para los seres humanos el dios de todos es un Dios de amor, de tolerancia y de bondad. En una fiesta como ésta donde recordamos el nacimiento de Cristo, recordamos también a quienes ya no están con nosotros, lo que nos dejaron como seres humanos, su esencia, sus ensibilidad y su calor. Somos en navidad, una especie de Barchillónes contemporáneos con nuestro prójimo, más allá de una fiesta que se ha comercializado. Que este sea para mis familiares, para mis amigos y mis lectores mi saludo de navidad. Felíz Navidad para todos.

(*) Ilustración: Diego Rivera: Las Posadas.